Firma autógrafa de Saturnina
Esta primera entrada del año quiero dedicarla a la labor de las mujeres de la villa que desarrollaban antiguos oficios y que se fueron perdiendo por las nuevas formas de comunicación que se iban abriendo paso.
Desde la llegada del telégrafo, en Portugalete existía un servicio de mensajería en forma de partes que se trasladaban desde la villa jarrillera hasta Bilbao, notificando la entrada por la ría de los diferentes barcos que arribaban a los muelles de nuestro entorno.
Ese trabajo lo realizaba una persona remunerada siendo la última de las mismas Saturnina Díez, una portugaluja que había sustituido a su progenitor en este trabajo.
Manuela Saturnina Díez Suárez había nacido en Portugalete el 7 de junio de 1794.
Sus progenitores fueron Josef Díez Hera y Justa Suárez Redondo. Manuela contrae matrimonio en Portugalete el 6 de abril de 1815 con Cirilo Serafín Larrauri Urquijo de profesión marino que ha pesar de haber nacido en Bilbao llevaba residiendo en Portugalete desde los 10 años de edad.
De esta unión vendrían al mundo cuatro hijos, Ignocencia Cleta (28-12-1818) falleciendo a los pocos meses (03-04-1819), Bentura Benito (21-03-1822), Manuel María fallecido al poco de nacer (05-09-1825) y Juan Antonio (14-06-1826) fallecido también a temprana edad (16-06-1830), todos ellos nacidos en Portugalete.
La familia residía en la calle Coscojales. Junto a ellos también vivió durante un tiempo una persona dedicada al servicio doméstico de nombre Dominga Urivarri, nacida en Santurce en 1808.
Tras la eliminación del servicio de partes (se denominaba de correo) desde Portugalete a Bilbao, Saturnina pierde su actividad laboral, remitiendo el escrito que a continuación reproduzco a la Junta de Comercio de la capital vizcaína:
Sres. de la Real Junta de Comercio
Saturnina Díez, vecina de la Villa de Portugalete respetuosamente expone a V.S.S. que, por espacio de multitud de años, tanto ella como sus padres, tuvieron a su cargo la conducción de partes de entradas de buques hasta que, en el establecimiento del telégrafo, quedó ya suspensa en él.
En el día se ve sin recursos y, después de una época tan larga en servicio de V.S.S., destituida de todo recurso para subsistir. Ha prestado largos y exactos servicios y, considerando la clemencia que V.S.S. ha dispensado siempre a los que han servido con fidelidad.
Suplica encarecidamente a V.S.S., que en atención a su estado y, a dichos servicios, se dignen señalarle por vía de recompensa, ya que ha cesado en su destino cuando más lo necesitaba, aquella cantidad que a bien tuviere.
Dios guarde a V.S.S.
Bilbao 14 de julio de 1841.
Firmado: Saturnina.
En la parte posterior del documento se recoge el siguiente texto:
No ha lugar por ahora a lo que se solicita en el precedente memorial y, se le tendrá presente a la interesada en el caso de que pueda empleársele en algún otro destino.
Acordado por la Junta de Comercio en sesión celebrada este día en Bilbao a 27 de julio de 1841.
Firmado: el vicepresidente Bengoa.
Saturnina fallecería tres años después de la pérdida de su trabajo, concretamente el 22 de febrero de 1844. En el momento de su fallecimiento se encontraba viuda, ya que su esposo Cirilo había fallecido el 9 de septiembre de 1832.
Cuando Saturnina escribe esta carta llevaba 30 años desempeñando este trabajo, oficio que había heredado de su progenitora.
En 1823 había remitido otra carta ante la misma institución reclamando una onza de oro como aumento a su sueldo o como aguinaldo en fechas navideñas, algo que realizaba el Consulado desde años antes bajo la administración de distintos miembros.
En esta misiva indica que el trabajo lo realiza en esas fechas junto con su hermana, describe brevemente la penosidad de esta labor, sobre todo en invierno y que en esos momentos "su tierna familia se encontraba indispuesta y encamada". Las enfermedades y la mortalidad infantil se cebaron con la familia de Saturnina.
Una muestra de algunos de los oficios que se desarrollaban a lo largo de la ría y que hoy en día han desaparecido y de la forma de ganarse la vida de algunas de nuestras convecinas, una vida dura.
A.P.T.
En la realización de este artículo se ha respetado la grafía de los nombres que aparecen en los documentos.
Eskerrik asko
ResponderEliminarQue e volucinada para su época y más siendo mujer en aquellos tiempos
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