En 1719 el escritor británico Daniel Dafoe publicaba su famosa novela “The life and strange surprising adventures of Robinson Crusoe of York” traducido como “La vida y las extrañas y sorprendentes aventuras de Robinson Crusoe de York”, relato de las vicisitudes de un marino que naufraga en una isla desierta.
Lo que pocos conocen, es que esta novela esta basada en un suceso real que tuvo como protagonista a una nave española que navegaba entre Higuey, actual República Dominicana y la isla Margarita.
Al mando de esta nave que transportaba provisiones para un destacamento militar en la citada isla, se encontraba un capitán apodado “Portogalete” en clara alusión al origen de este.
La aventura comienza tras zarpar del puerto dominicano la víspera de la festividad de Ramos de 1528 el barco capitaneado por el jarrillero, arribando en Puerto Rico donde estuvieron cinco días amarrados en su capital. Tras esta parada reanudan la travesía hasta la isla de Santa Cruz con intención de abastecerse de agua potable.
Antes de llegar a este puerto son atacados por varias embarcaciones de nativos, suceso que obliga a adentrarse mar adentro al barco capitaneado por “Portogalete”.
Este
suceso y la falta de viento dejan sin gobierno la nave pasando cinco días con
rumbo errático hasta que logran acercarse a las costas de Venezuela.
El capitán “Portogalete” probablemente desconocía la ubicación real de su
nave, decidiendo poner rumbo a occidente, aproximándose hasta el norte de la
costa colombiana.
Tras pasar días en la mar, la marinería de la embarcación localiza una isla desconocida que se encontraba habitada.
En este lugar pasan la noche fondeando en su orilla, siendo sorprendidos al amanecer del día siguiente por un numeroso grupo de indígenas fuertemente armados.
En un
momento determinado se produce un enfrentamiento entre los nativos y los
tripulantes del barco patroneado por “Portogalete” resultando varios muertos a
consecuencia de la lucha.
Tras este incidente levan anclas costeando por la zona hasta arribar hasta un
pequeño puerto que se encontraba abandonado. En este lugar localizan la
desembocadura de un río donde logran abastecerse de agua potable.
Al parecer, nuevamente el capitán “Portogalete” desconocía el lugar exacto donde se encontraba decidiendo retornar a la isla de La Española pasando previamente por la isla de Aruba.
En este lugar “Portogalete” abandona el barco no deseando continuar la ruta, partiendo el resto de la tripulación sin el días después.
Al poco de comenzar este último periplo, los tripulantes que carecían de los conocimientos suficientes en el arte de dirigir una nave, se encontraron con una fuerte tormenta que castiga al barco durante seis largos días, destruyendo la embarcación casi de manera completa.
Tras avistar una isla desconocida en las inmediaciones de donde se encontraban los restos del barco siniestrado, uno de los supervivientes de nombre Juan, se lanzó al mar nadando hasta esa inexplorada isla, regresando con posterioridad en busca de objetos y pertenencias que podrían aprovecharse para asentarse en tierra firme y socorrer a sus compañeros que habían sobrevivido al naufragio.
Tras unir trozos de cuerda que se encontraban rotos y desperdigados por los restos del barco, formó una larga estacha que amarra por un lado a una parte del barco siniestrado llevando la otra punta hasta tierra donde asienta fuertemente el otro extremo.
El resto de supervivientes que quedaban con vida, se salvan seis de este siniestro, utilizan esta cuerda para poderse trasladar hasta tierra firme.
Los enseres que logran salvar son muy escasos. Se rescatan barriles de pólvora y alguna arma de fuego, pero poco más.
Durante los primeros meses de estancia en esta isla la alimentación consistía en carne cruda de los lobos marinos que lograban cazar, así como de alguna ave. Lo más difícil era la hidratación. Bebían sangre de tortuga, almacenando agua, un bien muy escaso en este lugar, tanto en hoyos que realizaban en el suelo impermeabilizados con hojas y pieles de animales o en los caparazones de tortugas muertas.
Transcurrido un tiempo y observando que su situación no tenía visos de mejorar, deciden realizar una balsa con los restos del barco que todavía se encontraban dispersos por la playa.
Tras la finalización de esta, tres de los marinos deciden echarse al mar en busca de ayuda. En la isla permanecen los otros tres, falleciendo uno de los mismos al poco de la partida de sus compañeros.
Al carecer de fuego y debido a las duras condiciones de vida de los dos supervivientes que todavía se encontraban en la isla, estos deciden realizar una pequeña balsa dirigiéndose hasta el lugar donde se encontraban hundidos los restos del pecio.
Tras realizar diversas inmersiones logran sacar de los fondos varios trozos de pedernal, piedra que, tras ser secada, logra aliviar en parte de la situación de estos náufragos ya que les posibilita la realización de fuego.
En una de las ocasiones en las que realizan hogueras con la intención de que el humo delatara su presencia, este fue observado por dos náufragos que se encontraban en una isla próxima en similares condiciones que las de estos dos supervivientes, navegando estos hasta este lugar.
Este grupo de cuatro personas permanecieron juntos un total de cinco años.
Tras un lustro de permanecer los cuatro juntos en la isla, deciden construir una pequeña embarcación a vela con algunas maderas del contorno cubiertas con las pieles de los lobos marinos que les servían de alimento.
A la finalización de esta, dos de los náufragos, uno de los veteranos y otro de los llegados desde la isla cercana, parten en esta embarcación quedando en este lugar los otros dos.
Con los pocos recursos que conservan y con la experiencia acumulada, los dos marinos que continúan en esta isla construyen un pequeño bote a vela, navegando por los alrededores llegando a localizar 17 islas desiertas.
Construyen dos torreones de unos siete metros de altura coronados con ramas y hojas secas a la que se accedía por unas escaleras.
8 años y cuatro meses más tarde de que el barco que había mandado “Portogalete” se hundiera en aguas americanas, los dos náufragos son rescatados por un barco que observa el humo de las torres encendidas.
Era el 20 de septiembre de 1534.
Los dos náufragos serán trasladados a la isla de Cuba donde se les facilitó todo lo necesario para poder vivir.
Uno de los marinos, el más longevo, el marino de la antigua nave pilotada por “Portogalete”, de nombre Juan Maestre (posiblemente pudiera tratarse de Juan de profesión maestre), realiza un pormenorizado informe que es remitido al emperador Carlos V solicitando este conocer personalmente al náufrago rescatado.
En 1540 Juan Maestre es recibido por el emperador quedando fascinado con el relato del marino, haciéndose célebre su vivencia por muchas de las cortes europeas.
En 1609 el Inca Garcilaso de la Vega publica “Comentarios reales de los Incas” una serie de relatos en los que uno de estos titulado “De otras deducciones de nombres nuevos” se da cuenta del naufragio de una nave española en estas aguas y de cómo sobrevive un marino de este barco en la más absoluta soledad en una isla desierta.
El literato americano se basa en lo descrito en este pequeño artículo, información que le fue facilitada por Garci Sánchez de Figueroa persona que conoció personalmente a Juan Maestre.
El ingenio del escritor junto con su imaginación y las licencias del autor crean un nuevo espacio y hasta otro protagonista, Pedro Serrano.
La trascendencia de la obra del Inca Garcilaso de la Vega propicia que una de las islas deshabitadas de la zona sea bautizada con el nombre de la “Serrana” en alusión al protagonista del libro del autor cuzqueño.
Un siglo más tarde el autor londinense Dafoe publicaba su ya famoso Robinson Crusoe haciéndose mundialmente famoso.
Otra historia en la que participa un marino portugalujo.
A.P.T.
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