jueves, 31 de octubre de 2024

EL TELÉGRAFO DE SEÑALES DE PORTUGALETE EN 1840

En 1840 se proyecta la construcción en Portugalete de un sistema denominado “Telégrafo” que, según sus constructores, era un sistema único y que superaba a “todos los de las naciones más ilustradas por trabajar tanto de noche como de día (siempre que la atmósfera lo permita) por su rapidez en exactitud en recibir y transmitir comunicaciones”.

Este “novedoso” sistema telegráfico consistía en la instalación de un mástil en el puerto portugalujo al que se le colocaban varias series de banderas y esferas que combinándolas de una manera determinada indicaban, según su código, datos como la compañía del barco que pasaba por ese punto hasta la nacionalidad o la carga.

En la explicación de este sistema de comunicación se indica: “Se coloca perpendicularmente un palo de 45 pies de altura y en él se eleva una verga de 28 a 30 de largo”.  

Para la transmisión de mensajes se necesitaban la instalación de varios mástiles de este tipo en distintos puntos a lo largo de la ría, algo que resultaba fundamental para que la información pudiera transmitirse desde Portugalete hasta Bilbao, generalmente puerto de descarga de varias empresas navieras.

La ubicación prevista era la plaza jarrillera. En este lugar se colocarían tres mástiles “a igual distancia unos de otros y otros tantos en San Antolín en Banderas” figurando un último punto de recepción de información en el Arenal bilbaíno.


 

Cada mástil tendría tres puntos de señales, en la parte superior, en la parte central y en la parte inferior. Cada parte de estos puntos representaba un guarismo que correspondían con la escala numérica del 1 al 9.

En la explicación se indica: “una bola negra en cada uno de los tres mástiles con movimiento para señalar tres posiciones será el agente que fije la voz que se quiera transmitir desde Portugalete a Bilbao”.

El vigía de San Antolín repetiría las señales que se transmitían desde Portugalete, respondiendo el vigía del Arenal con una señal de “enterado” a las que se recibia desde el punto anterior.

Las señales se dividían por tipo. En primer lugar, existían las señales para entrada de buques.

La primera de estas anuncia la presencia de un buque. Según en qué lugar del mástil se colocaba la señal indicaba el rumbo de su viaje, la segunda la arboladura de este, la tercera su pabellón, la cuarta el punto de procedencia, la quinta la casa consignataria, la sexta la clase de carga que transportaba, la séptima el nombre del barco y la octava de estas, el apellido del Capitán.

Los números del 1 al 9 estaban destinados a especificar las características de los barcos, por ejemplo, el número 1 indicaba una fragata, el 2 un bergantín, el 4 una goleta, el 6 una balandra, el 7 un lugre y el 9 un quechemarín.

Dentro de las señales de procedencia se encontraban la mayoría de los puertos con los que se tenían relaciones comerciales en ese momento. El número 24 estaba reservado para el puerto de Boston, el 25 para Bremen, el 26 para Bristol, el 27 para Bordeaux y así un largo etcétera.

Otro grupo informaba del cargamento que se transportaba. Si bien el número 124 estaba reservado para la carga general, el 121 informaba de una carga de aguardiente, el 128 a la canela, el 132 a fardería, 139 pimienta o 142 a tabaco.  

Las señales dedicadas a las casas consignatarias comenzaban a partir del número 157 (Aguirre, Astobiza hermanos) finalizando con el número 224 dedicado a Tomas Waithe.

Las letras tenían su equivalencia en números, siendo el número 1 la letra A y así sucesivamente con el resto del alfabeto.

La información por trasmitir sería facilitada por el Piloto Mayor, tras auxiliar a los barcos a traspasar la barra e informar de estos datos, una vez finalizada su labor y recalar en tierra, al vigía encargado de la trasmisión en el puerto de Portugalete.

Los denominados vigías, encargados de trasmitir y recibir la información, eran personas cualificadas en las claves y protocolos que servían para la comunicación desde este nuevo sistema.

Años después de este proyecto, la sociedad Ybarra, Mier y Compañía financian la construcción del primer telégrafo eléctrico entre Portugalete y Bilbao.    

A.P.T.