En determinadas ocasiones pueden aparecer diferentes protagonistas dentro de una misma historia, y que cada uno de ellos, ya por sí mismos, podrían convertirse en actores principales del relato, todo depende del enfoque que se quiera dar a este.
En la entrada que hoy acerco al blog se da esta circunstancia, diferentes elementos de una misma situación podrían aparecer dentro de otros con diferentes protagonistas.
La historia comienza con un naufragio, otro más de los cientos o miles que se produjeron en nuestras costas durante siglos.
El 15 de septiembre de 1835 se producía el naufragio de la fragata “La Bascongada” (en algunos documentos aparece escrita con V y en otros con B).
Este barco había sido construido en 1830 en el Astillero de Olaveaga por José de Oyarbide, siendo sus armadores los hermanos Uhagón, comerciantes de Bilbao.
La eslora de esta fragata era de 87 pies de Burgos, manga 26 pies, puntal 13 pies, pudiendo transportar una carga de 252 toneladas.
El coste del casco de esta embarcación en rosca junto su la lancha fue de 80.000 reales de vellón, siendo el importe de la arboladura, jarcia, velamen, anclas y demás aparejos necesarios para su navegación de 120.000 reales de vellón más.
En la protesta de mar relativa al naufragio de “La Bascongada” se indica: “En la Villa de Portugalete, la mañana de este día diez y seis de septiembre de mil ochocientos treinta y cinco, ante mí, el Eximo. Público del vecindario de ella y secretario de su ayuntamiento, compareció Juan de España, capitán de la fragata española nombrada LA BASCONGADA (alias LA BAYO) y bajo de juramento espontaneo que hizo dijo: que el veinte y uno de julio del presente año salió del Nuevo Orlando (se trata de Nueva Orleans) con destino a Bilbao, bien acondicionado en sus costados, quilla y cubierta y con el aparejo y tripulación correspondiente, con carga de ciento sesenta bocoyes de bacalao en rama para los Sres. Uhagón y Hermanos: que la travesía la ha hecho con buen tiempo y llegando al frente de Santoña, tomó un práctico de la costa, hasta venir a la Abra de este puerto: que llegando a esta el catorce del corriente tiró dos cañonazos en señal de pedir practico y a poco tiempo se le presentó una lancha y le echó a bordo un piloto lemán o practico de barra, quien le mandó fondear al anochecer y a las doce de la misma noche, le mandó zarpar con objeto de entrar en la marea de la mañana siguiente día quince: que habiendo hecho así, estuvo voltejeando, pero no habiendo podido conseguir la entrada por falta de viento y que además el Piloto Mayor de barra hacía señal con su bandera de que no acometiese, ordenó el practico dar fondo, lo que así se verificó: que a cosa de las dos de la misma tarde, sopló un viento fresquito del N.O y mar picada de él: que en vista que garreaban, filaron cadena y a las cuarenta o cincuenta brazas, oyeron un ruido del molinete, que por él juzgaron, o bien, que hubiera faltado este, o la cadena: que siguieron garreando y viendo que se iban empeñando hacia la barra, arriaron la cadena por ojo y marcaron todo aparejo por si podían hacerse a fuera, lo que en efecto consiguieron entre las cinco o seis de la misma tarde: que a esta misma hora le dijo el práctico de a bordo, que el Piloto Mayor, tenía la bandera larga y regularmente sería para llamarlos para la entrada; consiguientemente que viraron en redondo y así se conocería si la llamada era para la fragata: que así se hizo, y viendo que la señal permanecía, acometió el practico a donde esta señalaba: que tocó el barco dos o tres veces y aunque poco al principio, quedó a la tercera, enteramente varado y con la proa hacia tierra: que tiró dos cañonazos pidiendo auxilio y aunque se presentaron tres lanchas españolas y una inglesa, dijeron las primeras, no podían atracar por causa de mucha mar, y la inglesa que si quería dar un cabo, lo haría ella. Lo haría de un anclote, lo que puso en conocimiento del práctico para que dispusiera y este respondió que se lo diría al Piloto Mayor y en efecto, entre ellos se entendieron, sin que nada resolviesen: que el exponente, quiso probar si era posible libertar el barco y se dio a la lancha inglesa un chicote de cabo ayustado al calabrote y el inglés dio un anclote, que lo traía expresamente en la lancha, pero no fue posible conseguir el objeto y se fueron a la costa debajo del Salto, en vista de lo cual, protesta una, dos y tres veces y las demás en derecho necesarias, contra el mar, viento y sus accidentes, así como contra los cargadores, aseguradores y demás que hubiese lugar…
Estando
presentes los que dijeron llamarse Melchor Córdova, Antonio Lintas, Sebastián
Margues y Miguel Romaguera, siendo el primero piloto el segundo contramaestre y
los otros marineros de la fragata”.
Sobre destinado a Matías Calvo que aparece en el expediente relativo a este naufragio
El Práctico Mayor en esas fechas, Antonio Mariano de Musques, realiza un informe ese mismo día en el que indica como: “ pasadas las 6 de la noche de hoy, entrando por la Barra de este puerto la fragata española de nombre VASCONGADA, su capitán D. F. de España , cargada de tabaco, procedente de Nobonleans (sic) (Nueva Orleans), propia de D. Guillermo de Uhagón, que se halla en esta, , tocó en dicha Barra, siendo la causa de su pérdida y, poniéndola la mar en el banco del Sudoeste y, sitio titulado El Salto, bajo del Campo Grande, jurisdicción de esta Villa, donde se halla en buena disposición y que, descargándola podrá salir.
Lo que comunico a V.S.S. para su inteligencia.
Al amanecer de hoy se ha encontrado la fragata rendida y llena de agua con todo su cargamento adentro y, trataremos, en esta marea, de ver lo que se puede sacar”.
Al día siguiente (16 de septiembre de 1835) el Piloto Mayor de Portugalete y el Guía de Algorta remiten sendos oficios a los Cónsules del Tribunal de Comercio de la Villa de Bilbao compuesto en esas fechas por Tomás José de Epalza, Vicente Ansotegui y Bernabé Díaz de Mendibil en los que indican :”al anochecer de ayer entrando en la Barra de Portugalete, la fragata española nombrada LA VASCONGADA, cargada de tabaco, tocó en la misma Barra y, había varado en el banco del Sudoeste y, sitio titulado El Salto bajo del Campo Grande, en su consecuencia usando S.S de la jurisdicción que les compete, mandaron formar este auto de oficio poniéndose por cabeza de él los dos expresados del piloto y vigía y que, pase sin demora al sitio del varamiento el Sr. Cónsul D. Ramón de Amezaga acompañado del letrado y escribano a tomar las disposiciones convenientes para el salvamento que fuese posible y, a practicar todas las demás diligencias propias del procedimiento y en beneficio de los interesados”.
Para intentar salvar lo que se pudiera de la carga se solicita opinión a Antonio Mariano de Musques, Piloto Mayor, José María de Sarria y Juan Antonio de Cortina, pilotos, a Matías Calvo, capitán de buque y, a Juan de España y Melchor Córdova, capitán y piloto de la fragata varada “La Vascongada”. Se da la circunstancia que el capitán Matías Calvo se trata del padre del empresario portugalujo Manuel Calvo y Aguirre.
Noticia de época en la que se cita la posada de Matías Calvo.
El grupo de expertos realiza un informe un día después “17 de septiembre de 1835” manifestando en el mismo: “En la casa posada de D. Matías Calvo de esta Villa de Portugalete a diez y siete de septiembre de mil ochocientos treinta y cinco, se reunieron ante el Sr. Juez Comisionado y su asesor D. Antonio Mariano de Musques Piloto Mayor de barra, D. José María de Sarria y D. Juan Antonio de Cortina pilotos, el capitán D. Matías Calvo, D. Juan de España y Melchor Córdova, capitán y piloto de la fragata VASCONGADA, los cuales enterados del asunto de esta reunión por la notificación y asertación (sic) antecedente y, conferenciando sobre el particular, expusieron con unanimidad que, la fragata expresada se hallaba, a causa del varamiento que sufre, en un estado deplorable, llena de agua, quebrada por el costado de estribor que, en su concepto, tiene la quilla partida y, casi deshecho el buque por aquella parte, según los movimientos que hace y, por consiguiente, en una completa inutilización para navegar.
En atención pues a este estado, a que desde ayer se ha rendido más, que cada vez se irá empeorando su estado, que la mar se ha arreciado más y que, cuanto más tiempo se retarde la descarga y alijamiento (alijado de la carga del buque) completo, se acrecentarán los daños del buque y podrá perderse el cargamento, considerando la exposición en que se encuentran, uno y otro por el embate de las olas y, las grandes dificultades que se presentan y se han experimentado para descargar los toneles de tabaco por la cubierta, en términos que, esta mañana solo se ha podido sacar uno, en el espacio de más de dos horas, con riesgo inminente de las personas que trabajan para hacerlo, estropeándose gravemente un marinero, se persuaden que, el medio más expedito para contener estos daños y evitar otros mayores es, el de que se proceda a abrir un boquete por el costado de babor de la fragata, para por él, alijar y descargarla lo más pronto posible”.
En este naufragio nos encontramos todo lo derivado de la pérdida del barco, la solicitud de opinión como persona experta a Matías Calvo, padre de la persona más influyente nacida en la villa en el siglo XIX, y finalmente el lugar de reunión del grupo de personas versadas en estas materias, la famosa posada, también propiedad de Matías y que era regentada por su esposa Josefa Aguirre.
Consultando la documentación sobre este naufragio, vemos que, dentro de las labores de rescate de la mercancía, así como del aprovechamiento de todo lo relativo a la nave siniestrada, Matías Calvo tuvo una notable participación, trabajando durante varios días en estas funciones y organizando labores de intendencia en tierra.
Un suceso luctuoso en el que aparecen el Capitán Matías Calvo y la fonda de este, lugar donde se reunían los expertos que redactaban documentos y se estudiaban las estrategias para salvar las mercancías de los barcos.
A.P.T.