Hace unos años publiqué en el programa de fiestas de Portugalete un pequeño artículo sobre la indumentaria que vestían las portugalujas en el siglo XVI y XVII. Doce años después y ya que me encuentro realizando entradas relativas a este periodo de nuestra pasada historia, he decidido insertarlo como entrada en este blog. Fue un artículo de un tema que no se había tocado hasta ese momento en Portugalete y años después creo que puede resultar interesante. Si bien el programa de fiestas llegó a gran número de portugalujos, la red da la posibilidad de acercar estos a más personas, los que se encuentran en la villa y los que están en otras latitudes. Sin más paso a insertar el artículo citado, espero que guste.
Resulta curioso de imaginar como en el pasado y durante varios siglos, eran conocidas nuestras antepasadas por las características de la indumentaria que estas lucían. La diversidad de tocados (peinado o adorno de la cabeza), y trajes con que se vestían las mujeres, llevaba como sello natural el lugar geográfico en el que estas habitaban.
Distintas referencias visuales han llegado hasta nuestros días, siendo el pintor Francisco de Mendieta quien mejor ha reflejado lo expuesto en alguna de sus obras. En los cuadros titulados “Jura de los Fueros de Fernando el Católico” (Diputación Foral de Vizcaya), “Boda en Begoña” (Diputación Foral de Guipúzcoa) y “Milagro de la Virgen de Begoña” (Patrimonio Nacional del Estado- Convento de las Descalzas Reales de Madrid) se recogen diferentes escenas en las cuales pueden apreciarse a distintos personajes ricamente ataviados.
Es en el citado cuadro de “Boda en Begoña”, pintado en el siglo XVII, es en el que puede contemplarse a una de las personas asistentes al acontecimiento que en él se plasma, con una indumentaria propia de nuestra localidad. Se puede observar en la parte inferior de la obra unas leyendas a modo de explicación, dando el autor al personaje nº 6 la cita de “Tocado de las mujeres de Bilbao y Portugalete”.
Un siglo antes a la realización de este óleo existió un pequeño cuadro pintado por un viajero francés desconocido, procedente de la desaparecida colección de D. Ramón Lezama Leguizamón, del cual tenemos conocimiento gracias a la conservación de diversas reproducciones fotográficas que se conservan en el museo San Telmo de San Sebastián. En él se encuentran plasmadas las figuras de cuatro mujeres, representando las localidades de “Munguía, Portogalete, Ochandiano y Durango”. De las cuatro damas ataviadas con singulares tocados, tres complementan sus ropajes con “golillas” castellanas (especie de cuellos de los tocados), portando además la de nuestra villa una “beca” (embozo de capa).
Distintas referencias visuales han llegado hasta nuestros días, siendo el pintor Francisco de Mendieta quien mejor ha reflejado lo expuesto en alguna de sus obras. En los cuadros titulados “Jura de los Fueros de Fernando el Católico” (Diputación Foral de Vizcaya), “Boda en Begoña” (Diputación Foral de Guipúzcoa) y “Milagro de la Virgen de Begoña” (Patrimonio Nacional del Estado- Convento de las Descalzas Reales de Madrid) se recogen diferentes escenas en las cuales pueden apreciarse a distintos personajes ricamente ataviados.
Es en el citado cuadro de “Boda en Begoña”, pintado en el siglo XVII, es en el que puede contemplarse a una de las personas asistentes al acontecimiento que en él se plasma, con una indumentaria propia de nuestra localidad. Se puede observar en la parte inferior de la obra unas leyendas a modo de explicación, dando el autor al personaje nº 6 la cita de “Tocado de las mujeres de Bilbao y Portugalete”.
Un siglo antes a la realización de este óleo existió un pequeño cuadro pintado por un viajero francés desconocido, procedente de la desaparecida colección de D. Ramón Lezama Leguizamón, del cual tenemos conocimiento gracias a la conservación de diversas reproducciones fotográficas que se conservan en el museo San Telmo de San Sebastián. En él se encuentran plasmadas las figuras de cuatro mujeres, representando las localidades de “Munguía, Portogalete, Ochandiano y Durango”. De las cuatro damas ataviadas con singulares tocados, tres complementan sus ropajes con “golillas” castellanas (especie de cuellos de los tocados), portando además la de nuestra villa una “beca” (embozo de capa).
Pero aparte de las muestras gráficas de estas indumentarias, también se han recogido los testimonios de diferentes autores y viajeros que dejaron en sus escritos las particularidades del vestuario de nuestras antecesoras.
El primero del que he tenido noticias es del manuscrito realizado el mes de Mayo de 1599, durante el viaje por la península de los estudiantes alemanes Joel Koris y Diego Cuelbis. Este último, recoge en un “cuaderno de viaje” distintas vicisitudes del recorrido. Al llegar a Portugalete describen como “las doncellas traen las cabezas descubiertas y rapado en cabello, hasta que son casadas, como á Bayona y en toda la provincia de Piscaya”.
También por las mismas fechas (finales del siglo XVI), Fray Miguel de Alonsótegui, fraile mercedario de Burceña, escribe la obra “Crónica de Vizcaya”. En uno de los apartados dedicados a los tocados, el autor cita como “hacia la parte de Bilbao y Portugalete traen de figura de unos morteros redondos”.
Estas prendas eran sustentadas sobre las cabezas, merced a un armazón de mimbre o alambre que servía de base al tocado. Sobre este se enroscaba y anudaba un lienzo blanco, dando la forma deseada por la autora del mismo. Las dimensiones llegaban en ocasiones a superar las “31 varas de lienzo fino o más de 6 varas de lienzo grueso” (la vara castellana equivale a 835,9 milímetros).
Fruto del éxito que tuvo este tipo de complementos en el vestuario femenino durante varios siglos, fue el nacimiento del oficio de “toqueras”, encargadas de la elaboración de estas “obras de arte”. Dentro del mismo las más famosas resultaron ser las vizcaínas, tal es así, que en diversas obras teatrales tanto de Lope de Vega como de otros autores clásicos, son personificadas frecuentemente en sus comedias las toqueras de nuestra provincia.
Finalmente cabe mencionar, aunque en otro de los campos de la indumentaria la existencia de cuatro estatuas en el parque de la Canilla, las cuales simbolizan las estaciones del año, ataviadas con los ropajes arratianos del pasado siglo.
Realizadas por Areizaga, es de destacar el gran valor etnográfico, tanto por la obra en sí, como por la fiel representación de la vestimenta utilizada en este valle en el pasado.
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