jueves, 18 de enero de 2024

EL NAUFRAGIO DE LA GOLETA “MARIA” EN 1859 EN LA BARRA DE PORTUGALETE


 

Continuando con los datos localizados en mi archivo personal recogidos años atrás de diversas instituciones, hoy acerco otro de los naufragios que se produjeron en la Barra de Portugalete en el pasado siglo XIX.

En este caso se trata del bergantín goleta “María”, una embarcación construida en el astillero de Ripa por Manuel de Cortabitarte a requerimiento del armador, vecino de Portugalete, José Chávarri.

El Bergantín Goleta tenía una manga de 22 pies castellanos, un puntal de 11 pies ½ y una capacidad de transporte de 118 toneladas.

El coste de esta embarcación fue de 72.000 reales de vellón por el casco y su lancha, y de 108.000 reales de vellón por la arboladura, jarcia, velamen, anclas y demás elementos necesarios para su navegación.

Es botada en aguas de la ría el 9 de octubre de 1847.

El primer Capitán de la “María” es el vecino de Santurtzi Ángel del Pedregal, siendo el mando de esta embarcación en el momento de producirse el suceso el portugalujo Juan Prudencio Carranza Galíndez.

Juan Prudencio nace en Portugalete el 28 de abril de 1817 dentro de la familia formada por Josef Carranza Castillo e Ygnacia Galíndez Arce. El será el cuarto hijo de un total de ocho de los que tuvo esta familia.

El armador José de Chavarri se trata José Francisco de Chávarri, natural de Güeñes que contrajo matrimonio con María Francisca del Alisal, esta de Santurtzi. Estos se establecen en Portugalete en la segunda década del siglo XIX donde nace ya el segundo de sus hijos.

El armador José de Chavarri y su esposa serán en el futuro los abuelos del empresario portugalujo Víctor Chávarri y Salazar.

Centrándonos en el naufragio de este barco, el mismo se produce cuando tras partir el 14 de noviembre del puerto de Dover con un cargamento de bacalao remitido por la compañía " H. F. Knudtzon e Hijo", de la localidad noruega de Trondheim, fletado el transporte, según contrato, por la compañía bilbaína Gurtubay e Hijos, llegan a la costa portugaluja el 28 de noviembre donde se encuentran con mala mar.

En la declaración que realiza el Capitán ante el notario de Portugalete José Benito de Zavalla pocas horas después de producirse este suceso, el mismo manifiesta: “En la Villa de Portugalete, siendo la hora de las tres de la tarde de este día lunes  veinte y ocho de noviembre de mil ochocientos cincuenta y nueve, ante mí, el Escribano Notario de los Reinos, Público del número de ella y secretario del ayuntamiento de la misma, se me presentó D. Prudencio de Carranza, capitán del bergantín goleta nombrado MARÍA y bajo juramento espontaneo que hizo, dijo: que el día catorce de noviembre del corriente año, salió de Dover para Bilbao, con su buque bien acondicionado y con la tripulación correspondiente, cargado de bacalao, con asistencia de practico y vapor remolcador: que amaneció el cielo claro y horizontes ofuscados: que el siguiente día continuaron con todo aparejo largo: que anocheció a la vista del fanal de Dungeness: que amaneció la atmosfera en los términos expresados, viento galeno: que durante este día continuaron con todo el aparejo largo: que amaneció la atmosfera con nubarrones sueltos: que el siguiente día continuaron con todo el aparejo largo y amaneció el cielo con celaje suelto y horizontes aturbonados: que al siguiente día continuaron con todo el aparejo largo y amaneció la atmosfera aturbonada: que el siguiente día prosiguieron con velacho y mayor sobre una faja: que al día siguiente prosiguieron con velacho sobre dos fajas, mayor sobre una y foque aferrado: que amaneció la atmosfera cargada de turbón: que al siguiente día siguieron con velacho y mayor sobre dos fajas: que así continuaron con poca novedad, hasta que llegaron a la vista de costa conocida; a la una y media se embarcó el práctico de barra N-S con la boca del Nervión, donde siguieron en demanda del abra; a las tres y media dieron el aviso del calado del buque de once pies ingleses, hallándose con el primer castillo; llamándoles el piloto mayor para la barra dirigidos por el practico del buque, sin faltar a las señales que hacía el piloto mayor: que en el primer golpe de mar que les dio, tocó el buque en la barra, quedándose quieto, hasta que al segundo golpe de mar, les faltó el timón, quedándose sin gobierno: que con el impulso de los muchos golpes de mar que recibía el buque, les sacó fuera del banco, donde maniobraban con el aparejo para poder hacer gobernar el buque: que a este tiempo amarraron cuatro lanchas por la proa y no pudiendo hacer cabeza al buque, les echó a la playa del N.E, nombrada La Mojijonera, donde les abandonaron las lanchas por la mucha mar y con la recia fuerza de las dichas (olas) llevaban al buque, tocando por encima de la dicha playa, hasta embarrancar definitivamente frente a la cabeza del muelle del N.E, por cuyo motivo y el estado malo en que se hallaba el buque en dicho punto, que por los muchos golpes de mar que recibía y trabajando mucho el casco y arboladura, les hacía bastante agua y para poder salvar el cargamento y buque, pidió el auxilio que fuera necesario, a las once de la noche: que empezaron a alijar el buque echando cargamento en tierra, además dos lanchas para prolongar un cable con un ancla y un anclote engalgado con dirección al O, además otro calabrote a la cabeza de la punta del muelle a la banda del S.O, virando dicho cable conforme la amarra venía para arriba, pero todo fue en vano; que por los golpes tan recios que venían, saltaron las anclas echando el buque sobre la punta del N.E obra echa de piedra: que a las cuatro de la mañana del día lunes veinte y ocho, pasó la gente al muelle del S.O para hacer maniobra con el otro calabrote, por ver si se podía revirar la popa y al poco rato de hallarse en la forma, faltó dicho calabrote, de cinco y media a las seis; que a las ocho horas de la mañana, empezaron a echar vergas y masteleros y al mismo tiempo cargamento, para alijar más el buque, dando a la bomba y el buque tendría como una braza larga de agua en la bodega: que a la bajamar se observó, serían las once de la mañana de dicho día veinte y ocho, que el buque, contra el muelle, había roto unas tablas por el pantoque de estribor, por cuyo motivo y la mucha carga que tenía el buque, no se pudo hacer ninguna faena para la marea siguiente, por cuanto el buque se iba a pique; en cuyo trabajo de carga y desaparejado el dicho buque se ocuparon hasta las tres y media de la tarde del mencionado día lunes veinte y ocho de noviembre: Que protesta una, dos y tres veces y las demás en derecho necesarias, contra el mar, viento y sus accidentes, pidiéndome que le provea de copia autentica de esta protesta, que la hace antes de las veinte y cuatro horas del accidente; que en cumplimiento de sus deberes como capitán del buque, ha estado ocupado en salvarle si fuera posible; estando presentes el contramaestre Manuel Peláez y los marineros Matías de Alegría y José de Peñarredonda, bajo de igual juramento voluntario, dicen que es en todo cierto cuanto acaba de relatar su capitán”.

La carga delMaría” estaba asegurada por la sociedad de seguros marítimos “La Unión” en una cantidad de 240.000 reales.

Semanas después de producirse este naufragio y de salvar la mayor parte de la carga y de partes de la goleta, salió a público remate la misma que se encontraba embarrancada en los arenales de Guecho.

El organizador de este remate fue Tiburcio Chavarri Alisal, hijo del propietario de la nave y padre de Víctor Chávarri Salazar.

Se da la circunstancia que, en este mismo viaje, la goleta sufrió un fatal accidente semanas antes de perderse en aguas portugalujas.

Cuando la goleta “María” había partido de la localidad noruega de Trondheim sufrió las consecuencias de un fuerte temporal, teniendo que refugiarse en puerto donde reparan el velamen y demás elementos de la nave gravemente deteriorados. Desgraciadamente lo más difícil de superar no fueron los desperfectos y los elementos destruidos durante la tormenta. En el transcurso de esta, un fuerte golpe de mar barrió de la cubierta a cuatro miembros de la tripulación, el piloto y tres marinos de la goleta que caen al mar.

Gracias al Blog “La Vida Pasa” de Aurelio Gutiérrez Martín de Vidales, conocemos la identidad de dos de los mismos. Se tratan de Cornelio Chavarri Santa Coloma, vecino de Portugalete, pero natural de San Salvador del Valle.

Cornelio, en el momento de fallecer, se encontraba casado con la portugaluja Ambrosia Landabaso Urioste (Portugalete 7 de diciembre de 1827) con la que tenía dos hijas: Eusebia Clotilde (Portugalete 5 de marzo de 1858) y Blasa Laureana (Portugalete 4 de febrero de 1860).

El segundo de los fallecidos es Juan Timoteo de Carranza Uribarri, nacido en Portugalete el 23 de agosto de 1826. En el momento de su fallecimiento estaba casado con la portugaluja Estéfana Ybarra Flejo (Portugalete 4 de agosto de 1831) con la que tenía un hijo, también nacido en Portugalete, este el 1 de junio de 1858.

La noticia del fallecimiento de los marinos se conocía en la villa con anterioridad al naufragio de la goleta “María” gracias a una pequeña reseña aparecida en la prensa días antes.   

A.P.T.

 

 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Preciosa historia... eskerrik asko