sábado, 10 de febrero de 2024

LOS NAUFRAGIOS QUE PRODUCIAN OTROS NAUFRAGIOS EN LA BARRA DE PORTUGALETE EN 1883.

 

Salida a la mar desde Portugalete en los años 80 del siglo XIX.

Si en las entradas anteriores realizaba una descripción no solo de algunos de los naufragios que se producían en nuestro entorno, si no como los restos que se encontraban esparcidos por la pérdida de distintos barcos, eran en ocasiones los causantes de posteriores accidentes, en esta nueva entrada describo la concatenación de incidentes que tenían como protagonistas a barcos hundidos, naves que en estas pasadas entradas ya he acercado su pérdida.

Como indico en la entrada anterior, el 22 de febrero de 1883 se hunde el buque británico “Laura Gillies”, meses después de este suceso (11 de diciembre de 1883), el barco también de nacionalidad inglesa Isle of Bute” colisiona con su popa con los restos del “Laura Gillies” que se encontraban sumergidos en la zona, concretamente con la proa de esta embarcación.

Entre medio de estos dos sucesos, concretamente en abril de este año de 1883, se producía un nuevo incidente que tenía como protagonista nuevamente los restos del “Laura Gillies”. Este nuevo percance obliga nuevamente a activar al personal de la Junta de Salvamento de Náufragos de Portugalete, echándose a la mar en socorro de marinos del entorno.

La comunicación dirigida a la sede central en la que se describe este nuevo salvamento redactada por el Presidente de la Junta de Salvamento de Náufragos de Portugalete indicaba lo siguiente:

 Detalle de una fotografía de los años 80 del siglo XIX en el que se observan restos de un naufragio.

“Excmo., Sr.:

En la tarde de ayer, engañados por las bellas apariencias del tiempo y el estado tranquilo de la mar, salieron de este puerto en una lancha y un bote varios marineros con el dueño de los restos del vapor náufrago “Laura Gillies”, a fin de levantar una de las anclas de dicho vapor. Ocupados en esta operación y sin causa aparente, como sabe V. E, acontece a menudo en esta costa, principió a engrosar la mar hasta el punto de impedirles continuar trabajando. En vista de esto, y con objeto de retirarse, fueron con el bote cinco de dichos individuos á recoger algunos efectos que hubieron dejado sobre los restos del referido vapor, pero con tan mala suerte, que al llegar a ellos una gruesa oleada les hizo pedazos el bote y quedaron aislados y rodeados de gruesas rompientes sobre un trozo de hierro, en donde las mares les pasaban sobre sus cabezas. Apenas se apercibieron de lo que acaecía, las autoridades del puerto y algunos individuos de esta Junta ordenaron inmediatamente fuese alguna lancha al socorro de aquellos infelices que demandaban auxilio cada vez con mayor ansia, pues la mar aumentaba y nuestros heroicos marineros, que parece no desean sino tener nuevas ocasiones de demostrar su nunca bien ponderado arrojo, tripularon en seguida tres lanchas y salieron en demanda de los que en tan angustioso estado se encontraban.

 Detalle de una fotografía tomada en el Muelle Viejo de Portugalete en la que se observa al remolcador "Volador" tomada a finales de los años 70 del siglo XIX.

Dos de esas lanchas, después de correr gran riesgo entre las rompientes del banco del N.E. y una de ellas medio anegada, regresaron a la parte de dentro, pues les era imposible avanzar entre aquellas gruesas mares; mas no así la tercera patroneada por el práctico Pedro Izaguirre, pues sus tripulantes, enardecidos más y más al oír distintamente las voces de auxilio y señales que agitando sus pañuelos repetían angustiosamente sus cinco compañeros, se olvidaron sin duda del riesgo que ellos mismos corrían, y ciegos en su empeño de salvar las víctimas del accidente que se relata, bogando con mayor denuedo para contrarrestar las mares que los rechazaban y anegaban su embarcación. Empero las autoridades, que desde el muelle comprendían la temeridad de aquellos valientes, habían avisado al capitán del remolcador Volador, quien saliendo fuera de la barra y situándose en línea con el “Laura Gillies”, vino ciando sobre él hasta colocarse a corta distancia de los náufragos.

El Capitán Vicente San José, hijo de Benito San José. Su progenitor fue condecorado con la Medalla de Plata de la Sociedad de Salvamento de Náufragos por su actuación en este salvamento.  

En esta situación y maniobrando con destreza, se mantuvo recibiendo por la proa los fuertes golpes de mar, hasta que los cinco náufragos, amarrados á un cabo que desde el Volador les echaron, se arrojaron al mar, siendo recogidos por la tripulación del Volador como cuerpos inertes, pues tal era el estado de aterimiento en que los dejara la prolongada mojadura y lo angustioso de su situación.—A poco rato entraba el Volador en el puerto con los cinco individuos salvados en medio de los vítores que les prodigaban las autoridades y la multitud que invadía el muelle.-Por mi parte, y por acuerdo de esta Junta, no puedo menos de significará la Central, tan dignamente presidida por V. E., que son dignos de todo encomio y merecen tenerse en cuenta la conducta heroica y la destreza mostrada en esta ocasión por todos los tripulantes de las lanchas y del vapor Volador, especialmente por la de este último y la lancha de Izaguirre, siéndome grato recordar a V. E. que el capitán del Volador, D. Benito San José, es el mismo que coadyuvó con dicho vapor al salvamento de la lancha “Valiza”, sin que entonces fuese recompensado, como lo fueron los demás que contribuyeron a aquel salvamento.

Lo que tengo el honor de poner en conocimiento de V. E. para los fines convenientes.

Dios guarde á V. E. muchos años.

Portugalete 15 de Abril de 1883.

Por ausencia del Presidente: el Secretario, Alejo Martín

Excelentísimo Sr. Presidente de la Sociedad Española de Salvamento de náufragos.”

La Comisión premió este salvamento otorgando la Medalla de plata al Capitán D. Benito San José y la de bronce al práctico Pedro Izaguirre, como también envió las gracias más expresivas a los demás marineros que tripulaban las lanchas que salieron en auxilio de los náufragos.

A tenor de lo expuesto, queda patente como un accidente puede ser el detonante de una cadena de naufragios y desgracias con consecuencias desconocidas.

A.P.T.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Gran investigación sobre acontecimientos de nuestro pueblo