martes, 20 de febrero de 2024

SALVAMENTO DEL NIÑO ALFREDO ALBESUA DE LAS AGUAS DE LA RÍA EN 1883.

Tener como frontera natural la costa implicaba, tanto en el pasado como en la actualidad, una serie de riesgos, no solo la pérdida de naves y vidas humanas, sino los peligros diarios de posibles caídas a las aguas de la ría de forma fortuita.

Mi propia familia vivió situaciones de salvamentos en la ría. Unos fueron salvados y otros fueron salvadores de personas que habían caído de manera accidental a las aguas del Nervión.

Recuerdo perfectamente como en una ocasión, un tío mío entro en nuestro domicilio del Muelle Viejo a cambiarse de ropa ya que llegaba empapado. Se había arrojado a las aguas de la ría en la zona del dique, rescatando a un menor que se había caído al agua en esta zona.  

Estas situaciones no eran aisladas ni extrañas. A lo largo de la historia, este tipo de sucesos se producían con cierta frecuencia, la caída de personas a las aguas, que en ocasiones eran salvadas y en otras fallecían irremediablemente.

Hoy acerco el reconocimiento público por el salvamento de un menor que había caído a las aguas de la ría. El salvador se trató de Cecilio Zárate, músico militar del Batallón de Barbastro, unidad que se encontraba acantonado en Portugalete en esas fechas. El salvado un niño de nombre Alfredo Albesua que pudo continuar con su vida después de este accidente.

La Junta de Salvamento local dirigió al Presidente de la Sociedad de Salvamento de Náufragos en Madrid una nota en la que describía el suceso y el salvamento indicado, las circunstancias y los participantes en el mismo.

La misiva indicaba:

“Excmo. Sr.: Tengo el honor y la satisfacción de comunicar a V. E. el siguiente suceso:

Ayer sábado a cosa de las cinco y media de la tarde, hora en que la marea era llena y las aguas del puerto se hallaban agitadas por la fuerte resaca que producían las gruesas mares que reventaban en esta barra, el niño Alfredo Albesua, de nueve años de edad, que se hallaba jugando con otros compañeros, tropezó en el pretil del muelle nuevo y cayó al mar. L a hora en que tuvo lugar este acontecimiento y el mal tiempo que reinaba fue causa de que dicho muelle se hallase casi desierto, por lo cual no fue visto por ninguna persona que pudiera acudir en su auxilio; pero los gritos de socorro dados por los amigos del niño llaman la atención de las pocas personas que transitaban por aquellas cercanías, siendo entre ellas el que primero llegó al sitio de la catástrofe D. Cecilio Zárate y Zuloaga, músico segundo del Batallón de Barbastro, que guarnece esta villa. Este valiente soldado apenas vio al infeliz niño medio sumergido y sin reparar en el inminente riesgo a que se exponía, dado el mal estado del mar, se despojó del capote y cinturón, arrojándose desde lo alto del muelle, cogiendo en brazos al niño medio ahogado. Nadó con él hasta tocar el muelle; pero apenas quiso afianzarse en uno de los retallos que forma el murallón, la fuerte oleada de la resaca les rechazó y vióse por algunos momentos en grave peligro de ahogarse con el niño, a quien fuertemente tenía asido con su mano izquierda. Sin duda alguna que ambos hubieran perecido sin el auxilio que recibieron de varios señores que para entonces habían llegado al lugar del siniestro, quienes formando enlazadas una escala desde lo alto del muelle a la superficie del mar, y valiéndose de sus fajas consiguieron que el soldado salvador se asiese a una de ellas y se acercase al muelle, en donde le agarraron, así como al niño, trepando con ambos y con dificultad hasta pisar el muelle todos en salvo.

Acto tan heroico como el llevado a cabo en esta ocasión por el valiente soldado, cuyo nombre ya he mencionado, lo considera esta Junta, algunos de cuyos individuos presenciaron una gran parte del suceso, como digno de proponer a esa Junta central para que si lo tiene a bien disponga sea recompensado con la distinción que suele otorgar a actos tan altamente meritorios.

Me consta que el padre del niño ha querido recompensar por su parte al salvador de su hijo; pero éste ha rehusado toda oferta, alegando no haber hecho otra cosa que cumplir un deber, a lo que fue impulsado sin ninguna mira de interés ni recompensa materiales.

También son dignos de todo elogio y merecedores de los plácemes y consideración de esta Junta, y espero lo sea de la Central, los señores que acudieron presurosos en auxilio del niño en los primeros momentos, pues de no haber sido precedidos por el heroico soldado, sin duda alguna hubieran llevado a cabo el encomiable acto que éste verifico y que fueron los que ayudaron a salvarlo, con especialidad el digno teniente graduado alférez de carabineros de esta sección D. Lorenzo Hernández, quien fue el que se halló en contacto con el agua y tendió la faja a que se asió el soldado, operación que verificó a pesar de que la fuerte resaca lo bañaba por completo, acompañándole en ella el Ayudante de Marina y dos individuos de esta Junta local.—Dios guarde a V. E. muchos años.

Portugalete 28 de Enero de 1883.

El Presidente, Pablo de Carranza.

Excmo. Sr. Presidente de la Sociedad de Salvamento de náufragos.

La Comisión otorgó la Medalla de plata a Cecilio Zárate, y envió un agradecimiento oficial al resto de las personas que participaron en este suceso, informando al Ministro de la Guerra de la actuación del músico militar y del alférez de carabineros D. Lorenzo Hernández en este salvamento.

El Ministro otorgó la Cruz del Mérito Militar a Zárate, y a Lorenzo Hernández se le dio una felicitación oficial por escrito.

La prensa del momento recogía como el 21 de marzo de este mismo año (1883) se realizó de manera pública la imposición de la condecoración indicada al músico del Batallón de Barbastro, Cecilio Zárate Zuloaga.

Al acto celebrado en la plaza, acudió el Ayuntamiento de Portugalete en pleno, el Coronel Jefe del citado batallón así como los oficiales del mismo además de una nutrida representación de la Junta de Salvamento local acompañada de las autoridades de marina de la zona.

Junto al condecorado se encontraba el niño salvado, siendo amenizada la ceremonia por los acordes de la Banda de Música del Batallón la cual interpretó distintas piezas desde el quiosco.

Un salvamento, que a tenor de la explicación descrita, se produce con claro desprecio de la propia vida del salvador que no duda en arrojarse a las aguas de la ría con el solo propósito de salvar la del niño que se había caído.

A.P.T.


 

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Eskerrik asko Alfredo.....muy interesante

Detrás del blog dijo...

Que bonita historia, gracias por contarla.

Anónimo dijo...

Un héroe de antes. Bonita historia