jueves, 1 de diciembre de 2022

SOBRE EL DICCIONARIO BIOGRÁFICO PORTUGALUJO.

Las publicaciones que tiene a Portugalete como tema principal siempre serán bienvenidas en mi biblioteca. Poder leer trabajos sobre la historia de mi localidad es enriquecedor, aunque detectes desde el primer momento que muchos de los datos que aparecen en los mismos están sacados de artículos o páginas de internet sin ningún fuste ni rigor histórico.

En este tipo de publicaciones generalmente aparecen datos desconocidos fruto de horas de trabajo y como norma básica personal, siempre he considerado que de todos los autores que editan sus obras se aprende algo. Desde el más humilde hasta del más pomposo.

El conocimiento se produce de diferentes formas. Del texto en el que se describen los conocimientos que el autor quiere transmitir, de las fuentes documentales, algo que, de no aparecer, poco o nada dice de la veracidad de lo que nos quieren presentar, de la bibliografía e incluso de la maquetación, esto último también nos da idea de la inversión económica realizada para la publicación del trabajo que está en nuestras manos, y finalmente de la presentación de este tipo de libros, si acuden las fuerzas vivas, la institucionalidad local para arropar al autor, si se le entregan premios inventados, recuerdos, etc. sabemos que el trabajo ha pasado los cánones establecidos del “políticamente correcto”.   

En obras como la que hoy nos ocupa que cuentan con un sobresaliente elenco de colaboradores, solo hay que observar la lista de estos en las primeras páginas de este trabajo, llama poderosamente la atención algunas de las afirmaciones que se realizan en este trabajo.

Podemos suponer que los algunos de los textos no han pasado por una revisión final, escapándose gazapos, inexactitudes o contradicciones, según el lugar en el que se cite a determinados protagonistas que aparecen en estas páginas.  A pesar de que algunos de estos colaboradores se dediquen a corregir texto con desigual fortuna de otras personas. Es decir, como tengo la temeridad de corregir cuando se me escapan cosas de primero de colorear.  

Es complicado acertar en todo y más cuando se tratan de trabajos de envergadura, pero errar en biografías de personas de las que se tienen infinidad de datos, contrastados y contrastables, es difícil de entender y más con el impresionante elenco de agradecimientos que al parecer, han participado de distintas maneras con el autor de este trabajo. 

Esta pequeña crítica literaria realizada desde el más absoluto de los respetos solo trata de corregir diversos apartados erróneos que posiblemente perduraran en el imaginario colectivo hasta que se realice una reimpresión corregida, algo que dudo que se produzca en un tiempo cercano.

Naturalmente, lo escrito perdura y de no corregirse se darán por fiables y ciertos datos aportados de la vida de distintos biografiados que no corresponden en absoluto con la realidad de los acontecimientos y vivencias que pasaron estas personas. Me consta, que algunos de los apartados biográficos en los que aparecen determinados errores ya han sido detectados por familiares y amigos de las personas biografiadas.

He realizado una pequeña lectura de poco más de media docena de apartados de los que tengo ciertos conocimientos, bien por realizar algún trabajo sobre los biografiados o por conocer de manera personal pasajes de sus vidas, sorprendiéndome dos realidades comprobables a simple vista. La primera la gran cantidad de errores de todo tipo. Desde la aparición de fotografías que no corresponden con la identidad del biografiado al que acompañan o la eliminación de la firma del autor de una lámina, un reconocido pintor que vive de su trabajo y que dudo mucho que haya cedido una de sus obras para esta publicación y más borrando su firma, para ilustrar otra de las biografías. La segunda, el notable número de personas que no cuentan con un apartado, una cita o una referencia en este trabajo.

Algunas de estas realidades pueden que se expliquen porque seguramente cuando el autor de este libro llegó a nuestra localidad no bajó mucho “de las vías para abajo” espacio donde existieron gran número de personas que fueron célebres por su trayectoria en vida, mientras la no aparición de  otros portugalujos y portugalujas se me escapa, más cuando algunos de los trabajos de algunos de los mismos se ha utilizado en infinidad de ocasiones para llenar páginas de otros trabajos del autor del Diccionario Biográfico Portugalujo. Me refiero a autores notables ya fallecidos.  

Paso por alto el notable conjunto de imágenes y datos tomados de este blog y que como es norma del autor de este trabajo, no cita el origen ni la procedencia de estos. La metodología del autor del diccionario es harto conocida por todos desde hace años, los de la villa y los de fuera de la villa. Si no que se lo pregunten a autores, grupos o ex miembros del Mareómetro, casi todos tienen una opinión coincidente.

Pero comencemos con el desglose de los errores que he podido detectar en esta obra.

Comencemos por la familia de Manuel Calvo y Aguirre al que el autor dedica varias páginas completas. Una a él y otra a su progenitora Josefa Aguirre Chopitea.

Centrándonos en esta última, el señor Las Hayas indica que la actividad principal del consorte de esta eran los viajes comerciales entre Londres y España como Capitán de barco (página 21) mientras en la página 82, cuando se cita a Manuel Calvo, se indica que su padre mandaba un bergantín guarda costas por el Cantábrico.

Centrándonos en el señor Manuel Calvo, es difícil de entender su matrimonio en 1834 con tan solo 17 años y recién llegado a Cuba y difícilmente pudo ser propietario de un vapor que se dedica al tráfico de esclavos en 1835. La solicitud para viajar a Cuba data del 28 de junio de 1833 cuando cuenta 16 años. Calvo cumplía 17 años el 24 de diciembre de ese año.

Y difícilmente pudo ser propietario de un barco que se dedicaba al tráfico de esclavos una persona recién llegada a Cuba, de profesión recadista, repito, por si no ha quedado claro, recadista, sin dinero ni fortuna cuando de todos es conocidos que para fletar un barco de estas características se llegaban a juntar fortunas procedentes de distintas familias para financiar el flete y que, con tan solo 17 años, pocos meses después de asentarse en Cuba se le atribuya a Manuel Calvo lo que se indica en su biografía no deja de ser sorprendente. Vamos, que cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.

Sorprende más la notable falta de rigor en los datos aportados sobre esta persona cuando de todos es conocido que el señor Las Hayas tuvo acceso al trabajo ganador del Premio de Investigación Histórica en su XI edición, sin permiso de su autor y cuando la obra estaba sin publicar, trabajo relativo al indiano portugalujo Manuel Calvo y Aguirre que nunca quiso editar el Ayuntamiento de Portugalete bajo la concejalía de Cultura de Italia Canna y presidencia consistorial de Mikel Torres. 

Sobre el citado Manuel Calvo y su familia existen varios errores más, pero si las enumero estoy dando el pez a personas que tienen muchas cañas de pescar.

 Gumersindo de Azcarate, político leones.

 

En la biografía dedicada a Fernando Carranza Iza se puede apreciar el error en el apellido de la esposa de este. En este apartado se cita que contrae matrimonio con “Maritxu Zagala”, cuando debe de poner Zabala. Este error es completamente comprensible.

En los casos de Cándida y Sotero Escarza Urioste, ambos con su correspondiente página biográfica, no aparece en ningún lugar que ambos fueron hermanos, parentescos que si se destacan en relaciones familiares de varios de otros biografiados. Tal vez se le ha pasado este pequeño detalle al autor. Algo también completamente comprensible.

En la página dedicada a Ochoa de Otañes Salazar llama poderosamente la atención la ilustración que acompaña a esta persona. El autor utiliza una lámina del pintor Augusto Ferrer Dalmau en la que se observa a un miembro del II Tercio de Asturias en 1690 según la interpretación de este reconocido artista internacional.

Si el autor tiene o no tiene los consabidos permisos de reproducción de una obra en venta queda de su cuenta, pero lo que es muy extraño e inusual que se elimine la firma de la lámina de este reconocido pintor de la reproducción de esta que aparece en la biografía mencionada. Esto si que no es comprensible.

Llegando a la página 289 nos encontramos con la biografía de Alberto Palacio Elissague, autor entre otras obras del Puente Vizcaya.

Mira que hay datos contrastables sobre esta persona, a un golpe de click, pues también en este caso se reproducen afirmaciones completamente erróneas.

Una de las más destacables es afirmar que Palacio pasó la guerra civil en su domicilio de Las Arenas y que contemplo personalmente la voladura del puente transbordador. Palacio al estallar la guerra, es detenido en su domicilio de Madrid siendo encarcelado en la cárcel Modelo de esta ciudad. Por mediación de diversas personas de su entorno logra que se le excarcele, refugiándose durante un tiempo en la embajada de México en la capital madrileña. Logra salir de Madrid huyendo a Francia en 1937 de donde regresará en 1939 a su domicilio de Las Arenas donde fallece, ya anciano, el mes de mayo de 1939. Por lo tanto, ni paso la guerra en Las Arenas ni pudo ver la voladura de su obra sucedida dos años antes de su llegada a la localidad de Getxo. 

En el apartado dedicado a Cesar Saavedra García (página 329) encontramos también algún error de bulto, más grave tal vez que otros ya que Cesar Saavedra convivió y se relacionó con muchos de nosotros en vida.

Al final de la biografía dedicada al mismo se indica que sus restos reposan en el panteón de su antepasado Marcos de Escorihuela y Conesa. Efectivamente, los restos de Cesar descansan en este lugar, pero ni a él, ni a su esposa, ni siquiera a su suegra, les unían parentesco alguno con Marcos de Escorihuela. Escorihuela y su esposa fallecieron sin descendencia, por lo tanto, Saavedra no era descendiente del médico de la villa durante el periodo carlista.

Otro de los errores es el que se encuentra dentro de la biografía de Gumersindo Vicuña Lazcano. El autor atribuye una imagen a esta persona que para nada le corresponde.

La fotografía que acompaña a los datos de este biografiado se trata de Gumersindo Azcarate, político y jurista nacido en León, no de Gumersindo Vicuña. A los dos solo les une el nombre, ningún tipo de parentesco y esto es fácilmente comprobable. Otro error, como los anteriores que se enumeran en este artículo, que se les han pasado por alto al autor, colaboradores y demás participantes de este libro, algo difícilmente comprensible.

Tampoco se entienden otro tipo de ilustraciones, más cercanas a la mofa de la persona biografiada que de prestigiar su trayectoria, y más, como en casos anteriores, cuando se cuentan con gran número de fotografías de los mismos.

 Cuadro de Augusto Ferrer Dalmau con su firma autógrafa.

 

En otro orden de cosas creo que hay que hacer una reflexión sobre los méritos atribuidos por el autor a determinadas personas para aparecer en este libro. Identificar con nombres y apellidos a personas a las que se les atribuye el haber ejercido la prostitución, no solo me parece irresponsable si no que atenta sobre la memoria de personas que no pueden ni defenderse ni explicar los motivos que les llevó a ejercer la supuesta profesión que se le atribuye en estas páginas.    

Sin embargo, los méritos del autor portugalujo Daniel Zubimendi de la Hormaza, autor de uno de los libros de referencia dentro del mundo gráfico de la zona, publicado en 1975 y del que se han realizado al menos 4 ediciones, no han debido ser suficientes para dedicarle una página completa en este libro.

Algo parecido es posible que haya podido suceder con Mari Carmen Ipiña Ormaetxea, una de las personas más implicadas, en el más amplio sentido de la palabra implicación, en la recuperación del euskera en la villa desde los años 60 del pasado siglo XX.

A tenor del contenido de algunos de los protagonistas, parece que al autor le parece más propio acercar comentarios de “corrala” que ponderar a portugalujos y portugalujas que merecen un digno espacio en la historia local por la importante trayectoria de sus hechos en vida.  

Podría continuar con un buen número de portugalujos y portugalujas ya fallecidos, con sobrados méritos sociales, que, a mi criterio particular, deberían de aparecer en un libro de estas características, pero ni soy del elenco de colaboradores, ni tengo nada que ver con este trabajo.  La filosofía de este libro ha sido decidida por su autor y es él el que ha decidido quién aparece y quién no.    

De manera reflexiva realizo un pequeño interrogante ¿si de estas personas que se tienen datos suficientes para contrastar la información relativa a cada uno de los biografiados se ha comprobado que muchos son erróneos, que se puede pensar de la calidad de datos del núcleo de personajes que se recogen en el resto de las páginas donde no hay referencias, ni fuentes bibliográficas ni modo alguno de comprobar su certeza? 

Finalmente, debo de alabar la decisión del Departamento de Cultura de la N. Villa de Portugalete de adquirir diversos ejemplares de este libro, aunque tenga notables errores de bulto, para su distribución entre centros de enseñanza. Una decisión que no tuvieron antecesores en estas responsabilidades que, en momentos determinados, cuando se les ofrecieron la compra de libros de autoría portugaluja, sobre temas portugalujos, tuvieron la generosidad de adquirir 3 ejemplares, si, si, 3 ejemplares. Tal vez esta anécdota le suene a algún fundador del Mareómetro, el comercial de la editorial la recuerda con cierta sorna, “menos mal que compró tres libros, si no llega a ser por él no hubiéramos vendido los miles de ejemplares de un libro reeditado en varias ocasiones”.     

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Buen trabajo.

Anónimo dijo...

¿el libro de la miscelánea, ese tan proletario y feminista, tambien tiene lo suyo?

Anónimo dijo...

No solo hay los errores que comentas, hay muchos más. Y algunos muy gordos.