En octubre de 1883 se colocaba lo que ya se ha convertido en una pieza emblemática del paisaje portugalujo, el Mareómetro.
En un nuevo intento de facilitar los trabajos que desempeñaban los pilotos en la Torre de Señales y dentro de las funciones propias de auxilio a la entrada y salida de barcos por la tan temida barra de arena, se decide colocar un aparato en el que se pudiera consultar las mareas, y, por lo tanto, la altura de las aguas en cualquier momento.
En fechas anteriores se habían colocado en las inmediaciones de este lugar reglones graduados de madera adheridos al muelle que pudieran servir de conocimiento de la altura de las aguas, pero las inclemencias náuticas, el movimiento de las lanchas, el oleaje y otra serie de condicionantes frecuentes de la zona hacían que estas reglas se deterioraran o desaparecieran en poco tiempo.
Por tal motivo, se decide la construcción de un nuevo elemento que perdurase de manera estable y que realizara las funciones indicadas.
Se opta por instalar un Mareómetro equipado de secciones semejantes a las que posee un reloj, señalando con una aguja la altura de las mareas. Un aparato en forma de columna coronado por una esfera en la que se pudieran observar sus indicaciones desde cualquier parte del muelle.
Para evitar que algún barco pudiera destruir el aparato en las subidas y bajadas por esta parte de la ría, se decide colocar el mismo en la parte del muelle de Portugalete donde se encuentra en la actualidad.
Las obras comienzan con la apertura de un pozo a través de las mamposterías del muelle portugalujo alcanzando la profundidad de un metro debajo de la mayor bajamar, cuya última parte se abre en escollera y arena.
Las obras fueron realizadas por un buzo el cual fue el encargado de introducir en el fondo un tubo de hierro de 1 metro 10 centímetros de diámetro y 3 metros de longitud, espacio donde este desempeñaba su trabajo.
Tras realizarse la perforación, “se revistió el pozo con rosca de ladrillo, desde la parte superior del tubo hasta el piso del muelle, sobre el cual se hizo el brocal, a modo de basamento de columna, donde se montó la de hierro que constituye el Mareómetro”.
Al través de los cimientos del muelle se produce la comunicación con la mar y el pozo indicado, pero como a bajamar no quedaba agua al mismo nivel que el de la mar, se construyó una pequeña galería de comunicación al nivel del mar que se puede observar con total claridad en el plano que acompaña estas líneas propiedad de la Autoridad Portuaria de Bilbao.
El Mareómetro fue diseñado por la empresa francesa de relojeros Borrel-Wagner, una compañía que había construido Mareógrafos en varios puertos europeos con anterioridad, pero con un diseño diferente.
Hoy en día, este específico aparato se ha convertido en la memoria viva de un duro pasado, un pasado cargado de naufragios, destrucción y dolor que se producía en la bocana de nuestro puerto durante siglos.
A.P.T.
1 comentario:
Eskerrik asko Alfredo
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