sábado, 19 de septiembre de 2009

JUAN ARTASÁNCHEZ, JEFE DE LOS PRIMEROS GRUPOS ARMADOS DE PORTUGALETE DURANTE LOS PRIMEROS MOMENTOS DE LA GUERRA CIVIL

Continuando con el tema de la guerra civil y sus protagonistas en Portugalete, traigo en esta ocasión la reproducción de un artículo de Alberto Irigoyen, al que mando un saludo desde aquí, en el que da cuenta del libro publicado por el Santurtziarra Juan Artasanchez durante su exilio, persona muy vinculada con Portugalete, tanto en la época de la revolución de Octubre como posteriormente en los primeros momentos de la sublevación militar, siendo jefe de uno de los doce grupos armados organizados por el consistorio portugalujo en estos primeros momentos de la guerra civil.

El libro titulado “La fiesta terminó en tragedia” fue publicado en Uruguay durante su exilio, aportando datos relativos al primer periodo de la contienda en la villa jarrillera.
Como en todas las ocasiones en las que aporto datos sacados de la red, al final de esta entrada inserto el enlace para poder leer el artículo en su formato original.

A los tiempos de Rivera y TorquemadaLos fascistas nos querían llevar,Ayudados por naciones extranjerasComo Italia, Alemania y Portugal.En el campo de batalla está tu puestoCombatiendo al fascismo destructor,Combatirlo con arrojo y valentíaSi es que anhelas nuestra gran Revolución.Somos la legiónDe la Libertad,Y vamos unidosA la batalla por la igualdad.1


Tal como el propio autor lo manifestaba en el prólogo de su obra, “La fiesta terminó en tragedia” , ésta no pretendió ser una obra literaria sino tan sólo un testimonio sobre el “Principio del caos a que el Nazi –fascismo ha arrastrado al mundo” visto por un soldado del Ejército de la Libertad.
Es esta publicación, prácticamente desconocida y totalmente olvidada, la única de su tipo escrita por un refugiado vasco en Uruguay. A lo largo de una lectura fácil y amena, Artasánchez nos conduce por la geografía del norte peninsular en una encarnizada lucha que, a pesar de la particular crudeza de su descripción, no consigue opacar el entusiasmo de su autor, un joven anarquista de veintiún años convencido de la justicia de su causa.

Natural de Cabieces, Santurzi, donde nació el 23 de enero de 1915, Francisco Avelino Artasánchez Sánchez era hijo de Juan Artasánchez y de Aurora Sánchez, inmigrantes asturianos. Al inicio de la sublevación militar de 1936, se desempeñaba como obrero en una fábrica de ladrillos en Pino de Bureba, estando afiliado al Sindicato único CNT.

A través de su obra, sus artículos periodísticos y los escritos que conserva su familia, podemos seguir sus pasos en la guerra, cautiverio y exilio.

Voluntario de la primera hora, el mismo día del alzamiento ejerció la jefatura de uno de los doce grupos organizados en el Ayuntamiento de Portugalete entre quienes habían demostrado su devoción a la causa libertaria en los sucesos de Octubre de 1934. La misión que se le había encomendado a estos hombres era trasladarse a Pamplona y contrarrestar el frustrado golpe de Estado con las únicas armas que habían logrado reunir: 80 o 90 cartuchos de dinamita. Abortado este plan, en virtud de que jamás llegó la orden de trasladarse a la capital navarra, los milicianos realizaron una incursión en la ciudad armera de Eibar, donde lograron hacerse con algunas pistolas y escopetas de caza, armamento que creían les permitiría ser destinados al frente de batalla. No obstante su entusiasmo, sus intenciones serían frustradas por el improvisado Comité Popular de Bilbao, que determinó que sólo quienes contaran con armas largas de caño estriado podrían integrar las milicias.
Su frustración lograría un pronto desahogo en un cómico episodio que bien pudo haber terminado con trágicas consecuencias. Esa misma noche, organizados en patrullas para vigilar los alrededores del pueblo, el nerviosismo del momento provocó que la emprendieran a tiros con un grupo de “invasores” que resultó ser la patrulla de portugalujos que hacían lo propio en su sector. Sólo su inexperiencia y la carencia de armas apropiadas lograron evitar una tragedia.

Tras participar de algunas escaramuzas en Otxadiano, integró la defensa de la falda del monte Intxorta Txiki, siendo destinado más tarde a Campanzar. En esta última posición pasaría a revistar, una vez más como voluntario, la recién constituida Sección de Exploradores de Elorrio, encargada de inspeccionar las líneas enemigas y practicar sabotajes a convoyes. Poco después y en respuesta a las ordenes dadas por su organización, debió reintegrarse a su antiguo batallón. En diciembre de 1936, en el combate de Villareal, durante la batalla del monte Txavolepea, cercano al monte Albertia, el batallón sufriría 405 bajas, más de la mitad de la fuerza, siendo él mismo herido en una mano por la misma bala que segó la vida de su compañero.


En febrero de 1937, integrando uno de los seis batallones de la Brigada Vasca, fue destinado al frente de Oviedo, donde libró la sangrienta batalla por la toma de la ermita de San Claudio y la defensa de El Pando. Una vez más los vascos pagarían un alto precio y el batallón, que sufrió 210 bajas, perdió la tercera parte de sus miembros.

Relevado del frente asturiano el 31 de marzo, fue destinado a Durango, cerca de donde se libraba la batalla por el control del monte Albertia. Tras sufrir severos bombardeos de aviación y artillería en las Peñas de Garay, les fue encomendada la misión de contener las tropas enemigas acantonadas en Bermeo. En esta oportunidad, Artasánchez participa, nuevamente como voluntario, en la voladura del puente de Mundaca.

Por fin, tras diez meses de guerra, libró la que probablemente fuera su última batalla en suelo vasco. Ésta fue la defensa de los altos del Sollube, derrota que significó el principio del fin de la heroica defensa de Bilbao. El autor nada dice en su obra de los sucesos que mediaron entre este episodio, sucedido el 14 de mayo y el 19 de junio, fecha en que las primeras tropas franquistas entraron en la villa de Bilbao. Tampoco se refiere a su actuación desde esta fecha hasta el momento de su detención en Gijón, acaecida el 21 de octubre. Lo cierto es que a partir de allí, como tantos a otros defensores de la legalidad republicana, les aguardaban duros momentos de prueba en las cárceles de los defensores de la “Santa Cruzada”.

Hecho prisionero cuando intentaba huir en un barco pesquero rumbo a Francia, con la intención de reincorporarse al ejército republicano en Barcelona, fue trasladado dos meses más tarde al campo de concentración de Arsenal de la Carraca, Cádiz , donde permaneció recluido otros treinta meses.

En esta prisión conoció a Constantino del Pozo “Chaval”, natural de Mondragón, Guipúzcoa, quien sería su amigo inseparable por el resto de su vida. Trasladados al campo de concentración de Algeciras, la noche del 28 de abril de 1940 serían protagonistas de una fuga novelesca al nadar durante ocho horas para llegar a Gibraltar. El éxito de esta huída se debió al físico privilegiado de “Chaval” que tuvo que nadar durante horas arrastrando tras de sí a su exhausto compañero de infortunio.
Ya en libertad se enrolaron en el mercante griego Zhefiros, a bordo del cual conocerán la isla de Madera, Inglaterra y, en abril de 1941, Uruguay, país en donde desertarían ante la negativa del capitán de licenciarlos.

En marzo de 1945 solicitan y les es concedida por el Ministerio del Interior de Uruguay, la regularización de su situación como residentes de este país.

De su experiencia como marino, Artasánchez escribirá los poemas “La Guerra en el Mar”, que fuera publicado bajo el seudónimo de Patxi Arteaga en el Correo de Asturias de Buenos Aires el 23 de enero de 1943, y o “221;Zhefiro”, este último inédito. En diciembre de 1942 escribía sobre su dolor por la ausencia y el destierro en el mismo periódico y con el mismo seudónimo, el poema “Sin abrazar a mi madre”; y de sus sentimientos libertarios nos habla en “Yo canto a la libertad”, publicado en junio de 1943.

También podemos hallar artículos suyos en “La República Española”, “Solidaridad Obrera” y “Lealtad” de Montevideo, aunque ninguno de ellos firmado con su nombre, utilizando, además del seudónimo ya mencionado, el de “Uno de los tres”, en alusión a los tres amigos que navegaron juntos en el Zhefiros, y “Gudari nº 71”, en referencia a su número de prisionero en el Arsenal de la Carraca.

Ya en Montevideo, se desempeño como Oficial laminador de acero en la empresa Metalúrgica y Diques Flotantes. Esta planta, más tarde rebautizada “Nervión” era propiedad de varios socios entre los que se hallaba Víctor Lejarcegui, antiguo Comisario Político del Partido Nacionalista Vasco, conocido por su participación en el episodio que la historia recoge como “Pacto de Santoña”. No es de extrañar entonces que muchos de sus obreros fueran vascos y españoles republicanos.

En la década de 1960, en sociedad con Constantino del Pozo, se establecieron con un comercio de materiales para la construcción, empresa que terminó en el más lastimoso de los fracasos pues ninguno tenía espíritu de comerciante.

En su exilio participó activamente en política, siendo socio y directivo del Centro Republicano Español de Montevideo.

A su fallecimiento, ocurrido en Montevideo el 26 de marzo de 1988, dejó dos novelas inconclusas.
1Artasánchez, F. La fiesta terminó en tragedia, Montevideo, 1944. p. 63.Himno del batallón anarquista. Música de “Compañero, compañero ya te llama”
Espero que guste.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy interesante nuestra historia que coraje tenia esta gente;me gusta y mucho.

Anónimo dijo...

El nombre es Francisco Avelino Artasanchez. Era mi padre un hombre de mucho coraje

Euskaranto dijo...

Me llamo José Ignacio Orejas Pérez y mi dirección es: jiorejap@gmail.com.
Me parece estupenda la aportación de Alberto IRIGOYEN ARTETXE.
Me gustaría poder consultar el libro "La fiesta terminó en tragedia" (Montevideo, 1944). ¿Está disponible en alguna biblioteca?
Y, también, me gustaría contactar con el hijo de Francisco Avelino. Soy de CNT y estoy recopilando información sobre militantes de la organización anarcosindicalista.
Un cordial saludo y gracias.

Euskaranto dijo...

Me gustaría consultar el libro de Francisco A. Artasánchez, así como hablar con su hijo. Mi nombre y dirección: José Ignacio Orejas Pérez, jiorejasp@gmail.com. Eskerrik asko!