jueves, 14 de enero de 2010

DANIEL EXTREMIANA RUIZ, OPERADOR CINEMATOGRÁFICO DEL TEATRO PORTUGALETE.



No hace mucho el consistorio portugalujo colocaba una placa donde se encontraba el antiguo Teatro de Portugalete, emblemático edificio donde se realizaron en el pasado todo tipo de actividades, desde actuaciones de reconocidos artistas hasta la proyección de películas de todo tipo de temática.

La historia la hace día a día las personas con su trabajo y con su esfuerzo y sus inquietudes, por tanto, referente a este edificio es de obligado cumplimiento realizar una semblanza de los trabajadores del mismo, los que le dieron vida para que todas las clases sociales de la villa de Portugalete pudieran disfrutar de momento de alegría durante años.

En esta ocasión aporto una pequeña biografía de un importante trabajador de este teatro que al parecer escasas personas han reparado en su destacado trabajo dentro del mundo cinematográfico.

La información que aquí se aporta esta sacada de un pormenorizado articulo de Alberto López Etxebarrieta encontrándose al final del mismo el enlace para poder leerlo en su formato original.

Espero que la entrada guste y me complace acercar la vida de esta persona de la que yo personalmente ya tenía conocimiento, pero que gracias a Alberto López tenemos detalles importantes de su destacada vida dentro de este campo de la cultura vasca y portugaluja.


DANIEL EXTREMIANA RUIZ.

PASÓ por esta vida sin apenas darse importancia y, sin embargo, fue un hombre que revolucionó el mundo de la proyección cinematográfica.

Se llamó Daniel Extremiana y su obra tuvo un singular relieve en una época en que el cine experimentó una serie de cambios como consecuencia de los distintos formatos de película que se dieron. Extremiana logró mejorar los diseños de los proyectores de acreditadas marcas internacionales reduciéndolos en tamaño y haciendo que por sus ventanillas lograran colarse todas las películas, por más y peores empalmes que tuvieran, algo que no ocurría con otro tipo de cámaras más sofisticadas.

“Un manitas” en el cine

Daniel Extremiana Ruiz nació el 3 de enero de 1905 en San Asensio (La Rioja) como hijo de riojano y bilbaina. Vino a la capital vizcaina a los 13 años al quedarse huérfano de padre, alojándose en la casa de una hermana mayor casada.

“Fue una persona muy emprendedora, recuerda su hija María Teresa. Al poco de llegar se puso a trabajar, pero fue de recién casado cuando tuvo su primer contacto con el cine. Se sacó el título de Operador de Cine y comenzó su labor como tal en una sala de Amorebieta. A partir de ese momento empezó a preocuparse por mejorar los sistemas de proyección que había”.

A los 20 años se afincó en Barakaldo alternando su trabajo de tornero en Babcock Wilcox con el de operador en el Teatro Principal, en la calle María Díaz de Haro de Portugalete. Reconoce su hija que era “un manitas” y que resolvía técnicamente cualquier contrariedad. “Jamás entró en nuestra casa un técnico para reparar una lavadora o cualquier otro electrodoméstico, ni se llevó el coche a un taller. Él disfrutaba arreglando las averías. Pasaba horas muertas haciendo diseños. Así llegó a fabricar un frigorífico, radios, un columpio, un balancín… Tenía una mente privilegiada, pero era muy mal negociante. Le preocupaba crear, no vender. Pudo haber hecho muchísimo dinero con exportaciones a América Latina y sin embargo no dio importancia al aspecto mercantil de su obra”.

“Da-Ex”, 100% de Barakaldo

Montó un taller en Beurko-Barakaldo en el que empezó fabricando piezas de repuesto para los proyectores habituales en nuestros cines. Cada vez que algún empresario tenía algún problema en la cabina recurría a Extremiana en la confianza de que se lo iba a resolver de inmediato. De cualquier rodillo o pasador tenía una réplica como la original e incluso mejor.

“Durante la Guerra Civil hizo “cruces de Malta” para proyectores que vendía atendiendo cualquier necesidad en los vetustos aparatos de la época que se estropeaban cada poco. Como había sido operador de cine, le encantaba destripar las cámaras tratando de solucionar los problemas que presentaban, principalmente relacionados con el calentamiento y las roturas de la película”.

Su interés por revolucionar los sistemas de proyección le llevó a la creación de sus propios proyectores a los que denominó “Da-Ex 46” con las sílabas iniciales de su nombre y apellido, y el año.

“El primero que salió de su taller se instaló en el Gran Hotel de Deba, en Gipuzkoa, y fue tan bien que pronto le llovieron ofertas de empresarios del entorno. Recuerdo –señala María Teresa–, que trabajó mucho con la compañía Trueba, de Bilbao, para la que hizo los proyectores de sus cines Izaro, Olimpia… Pero también construyó los de todos los cines de barrio y salas parroquiales que tanto proliferaron entonces en el País Vasco”.

Ayudado por un hijo y un sobrino, Daniel se preocupó, incluso, de mejorar su propia producción creando distintos modelos de su proyector. Así nació el “Super Da-Ex” de media y alta intensidad que mejoraba la luminosidad al tiempo que incorporaba una ventanilla refrigerada que imposibilitaba el calentamiento de la misma y, en consecuencia, el agarrotamiento de la película.
Todo un logro. Es más, llegó a fabricar el primer proyector con lámpara de xenón hecho en España.

El poder del buen humor.

“Le encantaba su trabajo. Los domingos se levantaba como a diario, a las seis de la mañana, siempre con buen humor. Nos saludaba a todos con un ‘Buenos días por la mañana’ y mientras mi madre preparaba la comida, él se iba al taller para regresar a tiempo para ir todos a misa”.
Extremiana, que llegó a tener un cine propio en Lutxana hasta que se quemó, consiguió hacerse con un nombre dentro del panorama de la exhibición en España.
Su fama llegó a ser tal que sus servicios fueron solicitados de muy diversos puntos de la geografía. Al taller de Beurko le siguió uno más amplio cerca del Cine España, en una cuesta, y otro en la calle Victoria, siempre en Barakaldo, donde dio empleo a cerca de 50 trabajadores.

“Los proyectores que fabricó Extremiana eran extraordinarios, asegura un operador de cine. Cierto que eran copias de modelos americanos, pero tenían ventajas sobre ellos. De entrada el tamaño. Los suyos eran más reducidos, lo cual facilitaba enormemente la maniobrabilidad en las reducidas cabinas. Otra ventaja, y muy importante, era que los pasadores de la película eran muy amplios y permitían que el celuloide se introdujera por la ranura sin dificultad por muchos y malos empalmes que tuviera. Otras cámaras, en cuanto encontraban un empalme grueso o mal hecho, al llegar a un punto del recorrido, paraban la proyección automáticamente.

En las de Extremiana no ocurría eso. Podían con todo lo que se les echara”. Daniel fue un hombre tremendamente positivo al que le gustaba ir al cine con su esposa. A sus hijos siempre les recomendaba que no utilizaran su nombre para colarse en las salas donde le conocían. “Por favor os pido, que no os aprovechéis”, nos decía, pero nosotros entrábamos gratis en el cine por ser hijos de Extremiana. Estas travesuras le sentaban fatal. Su frase favorita era: ‘¡Qué suerte tengo de estar contigo!’. Oírsela decir te hacía importante”.

El Todd-Ao, todo un reto

Uno de sus grandes logros fue la cámara de 70 milímetros para la proyección del sistema Todd-Ao que construyó y distribuyó con la marca “Da-Ex SZ 70”. Era mucho más reducida en tamaño, más barata y más segura que las fabricadas en Estados Unidos. Con ellas se inauguró el Cine Olimpia el 17 de agosto de 1963 en su segunda etapa de la calle Iparraguirre. West Side Story, la película elegida para aquella ocasión, lució en todo su esplendor, en luminosidad, sonido estereofónico, etc. Más tarde llegaron E l gatopardo, C l e o p a t r a, La caída del imperio ro m a n o, La conquista del Oeste, Lawrence de Arabia… con las que los proyectores de Extremiana consiguieron lanota más alta.“Era una bellísima persona –le recuerda María Teresa–, con rasgos
tan humanos como emocionarse con una flor o abandonar todo para ir al taller a hacer un soporte para un arbolito que había visto en el parque y que estaba a
punto de caer. Fue una lástima que le pillara la crisis del cine de los años 70. Sufrió mucho. En 1974 le detectaron una angina de pecho y al año siguiente, el 25 de agosto, falleció de un infarto”.


http://bilbao.net/castella/residentes/vivebilbao/publicaciones/periodicobilbao/201001/pag28.pdf.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Todos estos personajes tenian que tener algun reconocimiento por ejemplo en la estacion del metro donde poder verse sus fotografias y leer lo que han realizado a lo largo de su vida.

Anónimo dijo...

Lo tienes claro, no quieren publicarle el libro, le andan chuleando el trabajo y ¿crees que van a poner lo que él escribe en el blog en la estación del metro? Mejor continuar con lo de siempre, la vulgarización para que los iletrados podamos entender lo que los sapiens digieren para nosotros, el chiste, el chascarrillo, etc.

Txelu.

Anónimo dijo...

Me recuerda a su sobrino, también Daniel Extremiana.

Unknown dijo...

Yo conoci a Daniel extremiana. Tenia yo 15 años, cuando se montó en Galdacano ( Vizcaya ) el cine REGIO, con 999 butacas. Una preciosa sala. Yo estudiaba electrónica,y me atrapó,el arte del cine. Fué ahí, donde conocí Al Sr. Daniel Extremiana, hombre sencillo, cariñoso y muy afable. Para mi él fabrico el mejor proyector de cine.Todo un genio,en desarrollo he inteligencia, aunque no se le dió la importancia que él se merecia.
En este pais, siempre ocurre lo mismo con la gente inteligente y emprendedora, y así nos va.