miércoles, 5 de junio de 2024

LA PÉRDIDA DEL VAPOR "RITA" EL 11 DE MARZO DE 1863 EN EL ABRA DE PORTUGALETE


Restos de un barco hundido en una imagen de finales del siglo XIX.

Hace unos días acerqué a este blog varios planos en los que Evaristo Churruca y su equipo señalaban la ubicación de los restos de distintos pecios que habían embarrancado en diferentes zonas de navegación de la entrada y salida de la ría de Portugalete.

Uno de primeros barcos en aparecer en estos documentos es el “Rita”. El vapor “Rita” era una embarcación de hierro propiedad de Juan Antonio Arano ente otros, matriculada el 19 de agosto de 1862 en Barcelona.

La inscripción la realiza el comerciante catalán José Serra y Calsina, el cual tenía una participación del 8% de la propiedad de este barco. Juan Antonio Arano era el propietario mayoritario con casi el 80% de las acciones de este, siendo su hermano Domingo el tercero de los propietarios con apenas un 2 % de participación en este vapor.

El “Rita” tenía una eslora de 65,53 metros, una manga de arqueo de 8,22 metros.

Movía un total de 548 toneladas movidas por una máquina de vapor de 120 caballos nominales. El barco se asienta en Ferrol el 1º de mayo de 1858 en el folio 334 de la 5ª lista, siendo abanderado en Bilbao el 19 de agosto de 1862.

A las 6 de la mañana del 11 de marzo de 1863 este barco se pierde a la entrada de la barra de Portugalete, oficializándose la reglamentaria “Protesta de Mar” ante el notario de Portugalete horas después de producirse este suceso.

El citado documento venía a indicar “En la Villa de Portugalete a 11 de marzo de 1863, ante mí D. Juan Braulio de Butrón notario y vecino de ella, compareció D. Atanasio Núñez, vecino de la Villa de Bilbao capitán del vapor Español nombrado “Rita”, y dijo: que el veinte y seis de febrero último salió de Liverpool con el relacionado vapor, pertrechado y provisto de todo lo necesario para seguir viaje a los puertos de San Sebastián y Bilbao, con carga general: que a las cinco de la tarde de dicho día se vio forzado a arribar al puerto de Holigett  por causa del temporal, de cuyo puerto salió con dirección a su destino el veinte y ocho del mismo mes, a las nueve de la mañana: que por efecto del viento Sud-Oeste recio, se vio así bien obligado a arribar al puerto de Milford, el día primero del corriente: que habiendo abonanzado el tiempo el día cuatro  del actual, salió de este puerto a las cuatro de la tarde y siguió su derrota al mencionado de San Sebastián, al que llegó el día siete de este mismo mes a las seis horas de la tarde, sin novedad alguna  particular: que habiendo descargado el día nueve parte de la carga y entregándola a quien venía dirigida, se vio precisado a dejar este puerto sobre la marcha, en atención a no considerarse seguro en él, por viento Nor-Oeste recio que soplaba, y dirigirse al de Pasajes, en el que ancló a las siete de la noche, esto es una hora después de haber salido de San Sebastián: que el día de ayer a las seis de la tarde salió del expresado puerto de Pasajes para el de Bilbao, habiendo llegado a enfrentar a las seis de la mañana de hoy con la punta de La Galea; media hora después observó el capitán relacionante que el Piloto Mayor de la barra, desde su torre del muelle del Sud-Oeste, le hizo señales indicativas con la bandera, de que podía entrar y tomar este puerto, obedeciéndolas puso la proa a él, y siguiendo la marcha lo llamó aquel al Nordeste y tomó esta dirección: un momento después lo llamó al Sud-Oeste y puesto el buque, que había entrado en la barra, en este rumbo, recibió tres golpes de mar que le hicieron varar de popa y tomar la guiñada al Nordeste: que en tan apuradas circunstancias, dispuso se cerrara el timón a la banda de babor, y diese a la maquina toda su fuerza para hacer perder al buque aquella guiñada, y volverlo a aproar al Sud-Oeste, pero fueron en vano estos esfuerzos, pues los repetidos golpes de mar iban de momento en momento conduciendo al barco, completamente varado ya, sobre la Mojijonera, en cuyo punto quedó encallado a las siete de la mañana con la proa al Nor-Oeste: el barco a la media hora empezó a hacer agua, y aunque intenté desembarazarse de ella con el auxilio de las bombas de la máquina, no lo consiguió, por la mucha cantidad que entraba, cantidad que pocos momentos después apagó los fuegos de aquella: que contemplando perdidos el buque y cargamento, con el auxilio de dos lanchas que desde este puerto salieron en su auxilio a las diez y media de esta mañana, se salvaron los pasajeros y parte de la tripulación, a las once se abrió el buque, y no siendo prudente mantenerse por más tiempo a su bordo, se salvó así bien el compareciente con el resto de la tripulación en el bote salvavidas, puso la tripulación de guardia para que nadie sustrajese los efectos que la mar arrojase a la playa.

Por las causas expresadas, el capitán relacionante protesta una, dos y tres veces y cuantas fuesen necesarias la perdida referida contra el mar, el viento, las corrientes, armadores, cargadores y aseguradores, para que la sufran con todos sus accidentes, por ser un acto inevitable y casual, a fin de que en ningún tiempo pueda imputarse a falta de pericia del protestante, sino a determinados juicios de Dios,

Estando presente D. Pablo de Goyenechea, vecino de Mundaca, piloto que asegura ser del barco perdido, habiendo oído leer la relación hecha por el capitán D. Atanasio”.

La prensa del momento recogía este accidentado naufragio y con la retórica de la época se describía el suceso, así como la carga y otra serie de circunstancias que no se recogen en la declaración notarial.

El periodista indicaba en su crónica: “El mayor y mejor vapor de la matrícula de Bilbao, ya no existe. Esta mañana atravesó la Barra el vapor “Rita”, procedente de Inglaterra con efectos para el ferrocarril vizcaíno y mercancías y, metiéndose en el sitio llamado de La Mojijonera, que es una especie de ensenada, hacia la parte de Algorta y, cuyo fondo está erizado de rocas, quedó varado.

La tripulación se salvó inmediatamente, pero el cargamento no se ha podido sacar, porque casi todo él consiste en objetos de mucho peso. Batido el buque todo el día con el oleaje, pues la mar está muy picada, acaba de llegar la noticia de que se ha hecho pedazos.

Las pérdidas son inmensas y, el casco del buque estaba asegurado por una compañía de Londres en 70.000 duros; los efectos para el ferrocarril, que consistían en dos locomotoras y railes, lo estaban en 24.000, por una compañía bilbaína, ignoro si el resto del cargamento, que no valdrá menos de 25.000 duros, estaría asegurado. Se dice que haciéndose desde el puerto señales a una lancha para que se dirigiese a La Mojijonera, el vapor creyó que las señales eran para él y, torció hacia el escollo. Las autoridades y muy particularmente el Comandante de Marina. Sr. Velasco, que es inteligentísimo y celoso, han hecho y están haciendo grandes esfuerzos para aminorar en lo posible el siniestro; pero se cree que nada se podrá salvar, porque el sitio es fatal y la mar estaba al anochecer muy alborotada, según he visto por mis propios ojos.”

A.P.T.

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