Durante décadas, muchas décadas,
la villa de Portugalete era lugar obligado de veraneo de buena parte del mundo
aristocrático, político y empresarial de la época.
Al rebufo de la programada visita
que año tras año realizaba la familia real del momento a nuestra localidad,
gran número de empresarios, aristócratas o personajes del mundo político
acudían en tropel hasta Portugalete. Algunos se asentaban únicamente las mismas
fechas en las que los reyes pasaban sus vacaciones en la zona, mientras otros, disfrutaban de los
meses estivales al completo, repartiendo
su tiempo entre los paseos por el muelle, los baños de agua salado del
balneario o las tertulias de todo tipo que se organizaban en los salones del
hotel.
Como era de suponer, la llegada
de los regios visitantes era seguida y organizada en parte por las autoridades
locales, colocando bandos y carteles en los que se llamaba a la población a
recibir a los monarcas con muestras de afecto y simpatía.
Uno de los actos sobre los que se
realizaba una especial incidencia era el mismo momento del recibimiento. Lo
reyes llegaban generalmente a bordo de algún barco o yate hasta las aguas del
abra, lugar donde desembarcaban hasta un remolcador o falúa engalanada que les
llevaba hasta tierra firme.
Una vez desembarcados en tierra,
tanto los reyes como los acompañantes que formaban el séquito, eran recibidos
por las autoridades locales, agasajándoles y mostrando los rincones más
emblemáticos de la localidad.
El protocolo se repetía año tras
año, momento en los que se podía contemplar de manera pública a los
“tiralevitas” locales peloteando a los
visitantes, poco más o menos como sucede hay en día.
La entrada de hoy está dedicada a
los momentos previos a la visita de los reyes a nuestra villa, esos en los que
los monárquicos, los representantes de las clases sociales más influyentes y
demás personajes locales del momento, se preparaban para el recibimiento de
toda la comitiva oficial.
En las imágenes que acompañan a
este texto se puede observar a una de
las embarcaciones que se dirigen al recibimiento de la comitiva real camino del
Abra. En ellas y de manera distendida, se puede apreciar a las personas que
viajan en su interior, desde un grupo de elegantes mujeres que posan de manera relajada
ante el fotógrafo a la plataforma instalada al efecto para alojar personas dentro
de esta nave.
En otra de las instantáneas se
puede ver al capitán de la embarcación
junto con otros mandos mientras en la parte del puente se observan otro grupo
de féminas ataviadas elegantemente.
En las siguientes imágenes
recogen los momentos de la llegada de los monarcas al Abra dentro de un buque
de la Armada, el trasvase de los mismos a bordo de una falúa hasta el barco que
les llevará ría arriba, el viaje en esta embarcación y finalmente el desembarco
de los mismos en su destino final.
Se puede apreciar en varias de
las instantáneas la villa de Portugalete, apreciándose la figura del Puente
Vizcaya.
Este tipo de imágenes nos acercan
a momentos concretos de la historia de nuestra localidad, pasajes que eran
vividos en primera persona solo por una casta de escogidos pobladores de la
villa, algo similar a lo que sucede hoy en día.
Unas nuevas imágenes que intentan
acercarnos a sucesos que verano tras verano
sucedían en Portugalete y pueblos limítrofes de manera habitual y que han quedado para el
recuerdo gracias a documentos como los que acerco en esta entrada.
Espero que la entrada guste y
hasta la próxima.
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