jueves, 10 de octubre de 2024

CUANDO LOS LIBROS DIDÁCTICOS DEL SIGLO XVIII EXPLICABAN ALGUNAS CAUSAS DE LA PÉRDIDA DE BARCOS EN LA BARRA DE PORTUGALETE.

De los innumerables testimonios relativos a los naufragios que se produjeron en la antigua barra de Portugalete, tal vez los más difíciles de localizar son los publicados en el siglo XVIII.

En este siglo se publican diferentes obras relativas a la navegación, algunas de gran interés como puede ser “Instrucción de marineros y exercicio de la maniobra, que se debe practicar en todas ocasiones en la mar; y nombres de todos los aparejos de que se compone un navío; en Español y Francés”, trabajo realizado por Antonio Gonçalez Marroquin y publicado en Madrid en 1723.

En este interesante trabajo, el autor realiza una descripción de algunas de las maniobras básicas del arte de navegar en los barcos de esas fechas, entre ellas, distintas formas de fondear.

En uno de estos apartado se indica “Cobren la boza sobre vuelta porque en caso de romperse la Capona o su veta no caiga la Ancla, que si cayere pudiera hacer mucho daño a la gente, y si llegara al fondo pudiera ser en paraje que fuera causa de perderse el navío , porque pasando el navío por parte donde haya poca agua , cayendo , como ha dicho la ancla al fondo y pasando el navío por encima de ella pudiera metérsele fácilmente la uña o pasa por el pantoque; como también si pasase por algún paraje estrecho, y como es natural , el hacer la proa a la Ancla si esta estuviera caída , tocara el navío en tierra , banco , debajo , que es lo que hace la canal estrecha al tiempo de hacer ciaboga , o proa hacia la Ancla ; y si fuera jusente la marea para abajo , que todo es no , se perdería el navío , como muchas veces sucede , y lo he visto yo , y entre ellas una en la barra de Portugalete con un navío de Bilbao, que yendo a salir de ella le mandó el Piloto Mayor dar fondo , diciendo y que no había bastante agua en la Barra , y por no tener la advertencia de guiñearlo echar la Proa a un lado , u a otro de la Canal , dieron fondo , yendo el navío derecho y al pasar por encima de la ancla, como había poca agua ,se le metió la uña ,o pata por el Costado”.

El barco al que se refiere Antonio Gonçalez Marroquin y del que dice fue testigo de su pérdida en la desembocadura de la ría a la altura de Portugalete, se trata del "Nuestra Señora de Begoña y Santa Bárbara", cuyo capitán era Sebastián de Menchaca, vecino de la villa jarrillera. El barco transportaba castañas y sacas de lana, siendo su destino el puerto de Hamburgo. Los propietarios de esta nave eran Felipe de Galar y Juan Bautista de Guendica, vecinos de Bilbao.

En el libro anteriormente citado se toma como explicación la pérdida de este barco en la barra de Portugalete como la acción que no debe de realizarse durante la maniobra de fondeo cuando el calado es muy bajo y existen corrientes, pudiendo concurrir que la nave sea destruida al formarse un rumbo en el casco, en el caso de que, de manera accidental, este roce o se clave su propia ancla, algo que sucedió en este caso concreto.

Como se puede observar, la continua pérdida de embarcaciones en nuestra costa, previo estudio, servía para formar e ilustrar a los futuros marinos sobre prácticas de navegación, maniobras básicas y peligros futuros. 

Pero continuando con la historia, en este caso concreto tenemos conocimiento que sucedió con este barco tras este incidente.

El accidente se produce el 20 de octubre de 1715 y por los trámites burocráticos posteriores a este suceso se tiene conocimiento que tras ser retirada la carga, la cual se encontraba obviamente mojada, “le sacaron a seco”, es decir, lo que hoy denominaríamos entrar en dique para su reparación, “reconociendo que tenía un agujero cerca de la quilla del dicho navío, así al medio, que le causó la uña del ancla que mandaron echar cuando estaba sobre la Barra y, como Maestro de fabricar navíos, compuso el agujero, de tal suerte, que podía navegar sin riesgo ninguno el dicho navío y, que todo él estaba bien calafateado, carenado y pertrechado de todo lo necesario, sin que hubiese daño ninguno, si no es el agujero que le hizo la uña de la dicha áncora, por cuya causa se anegó dicho navío”. De lo anterior se desprende que el barco pudo ser reparado, navegando sin ningún tipo de problema tras este incidente.

Para finalizar hay que indicar que este barco fue reparado en la villa de Portugalete por Pedro de Ayzpurua Maestro de Fabricar Navíos.

A.P,T.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Interesantisimo.... eskerrik asko