lunes, 24 de noviembre de 2008

ANA MARIA CASTELLANOS Y DE PALACIOS


Hace unos años tuve el placer de intercambiar varios correos electrónicos con la autora de un trabajo en el que en uno de sus apartados se describían diferentes pasajes de la vida de una portugaluja singular. Una mujer fuerte en una tierra inhóspita en el siglo XVIII, La Patagonia.
La autora, Virginia Haurie, narra en su trabajo “Historias Reales de la Patagonia Invisible, Mujeres en tierra de hombres”, diversos sucesos que tuvieron a esta portugaluja como protagonista.
Tras la consulta en el Archivo Histórico Eclesiástico de Bizkaia localizo a esta protagonista como nacida en Portugalete el 29 de Septiembre de 1750, hija de Andrés Castellanos Sánchez y María Antonia Palacios Lanzagorta.
Según la autora es una de las primeras cinco mujeres libres en asentarse en esta zona en 1779. Esta primera expedición civil se encontraba compuesta por 23 personas, las cinco mujeres citadas y sus respectivas parejas, dos niñas, sumando el total, hombres solteros en busca de fortuna.
Con anterioridad, la población femenina se resumía a la escasa presencia de cautivas e indígenas, cobrando especial importancia la presencia de las primeras colonas europeas ya que ponía de manifiesto el antiguo lema de la corona que “gobernar es poblar”.
La misma junto con el resto de colonos se instalara en el fuerte militar del “Carmen”. Las condiciones de habitabilidad son extremas siendo la residencia pequeños cobertizos construidos con juncos.
Ana María llega al fuerte ya casada con el Labrador Matías Legarreta y siendo madre de un pequeño hijo de nombre Joséf.
De una cultura poco habitual para una mujer de la época (sabía leer y escribir perfectamente) se verá inmersa en unos acontecimientos que perturbaran la normal existencia en este fuerte militar.


Posiblemente debido a esta cultura, a las condiciones extremas en el que se desarrolla la vida cotidiana o las condiciones familiares (su marido tenía una fuerte dependencia de las bebidas alcohólicas) puede que propiciara que se vea fuertemente atraída sentimentalmente por el herrero del fuerte siendo correspondida por este.
Los comentarios y murmullos en esta pequeña sociedad tan falta de noticias no tardaron en aparecer, llegando a oídos de su marido el cual la colocara grilletes en los pies para escarnio público de esta. Pero esta contundente medida resulta insuficiente cuando uno de los protagonistas de este suceso es el herrero del fuerte.
Esta relación será solo la punta de lanza de acontecimientos posteriores y que tendrá especial trascendencia en la vida futura de esta joven portugaluja.
Uno de los soldados del cuerpo de Artillería en este fuerte destacado y de nombre Bernardo Patruller se proponía desertar de este destacamento.
La huida por tierra resultaba extremadamente arriesgada, pero contaba con la colaboración de otro militar de nombre Aguirre el cual había prometido facilitarle caballos. Pero para conseguir estos animales era necesario tener dinero, un bien muy escaso en este fuerte.
En los mimos momentos en que se fraguaba esta huida, el herrero se ve involucrado en una pelea con un indígena de apodo “Capitán Chiquito” que resultara muerto a consecuencia de esta acción. El herrero será detenido y trasladado al bergantín “Nuestra Señora del Carmen” a la espera de la celebración del juicio, reclamando las autoridades del destacamento militar, la pena de muerte entre fuertes tumultos y algaradas protagonizadas por la población indígena.
La desesperación empieza a adueñarse de Ana María Castellanos la cual teme por la vida del herrero. A consecuencia de esto, la misma fragua un plan de huida para el herrero, contando con la ayuda del marinero del Bergantín Joséf de Castro, huiría del barco encontrándose con el propietario de los caballos, Aguirre, en un lugar determinado facilitando la fuga del mismo. Estaba todo pensado y los involucrados sobornados.
Matías Lejarreta, esposo de la portugaluja, despechado por los lloros de la misma a causa de la futura suerte del herrero además del apreciable embarazo que esta tenia fruto de las relaciones mantenidas con su amante, denunciara a la misma ante las autorices como inductora del creciente malestar que se vivía por parte de la población militar acusándola de provocar a los mismos a la deserción, tomando como ejemplo el conocido caso de huida de Bernardo Patruller.




El superintendente Francisco de Viedna hará prender a Ana María en su casa confinándola en un arresto domiciliario hasta la llegada del habilitado. Esta autoridad, Vicente Vázquez y Salgado, en el momento de personarse en el fuerte y junto con las colonas Francisca Longeras y Pascuala del Campo, ordena registrar la vivienda de Ana María en busca de pruebas que avalarían la tesis de la denuncia.
En el juicio, las personas sobornadas por esta y cómplices del intento de fuga del herrero del barco prisión declararan en contra de Ana María Castellanos, incidiendo en contra de la misma con el único ánimo de salvar sus vidas.
Tras un pleito lleno de habladurías y rumores, el juez condenara a Ana María a la pena de dos años de presidio en Uruguay.
Su marido fue así mismo expulsado del fuerte y condenado a la realización de trabajos a favor de la comunidad en un lugar donde no pudiera emborracharse.
Finalmente el herrero se salvo de la horca, quedando demostrado que de toda la historia, nuestra biografiada fue la peor parada.
Desconocemos que avatares vivió nuestra portugaluja y los sucesos de los que pudo ser protagonista tras su marcha de esta instalación militar, como finalizó su existencia y como una persona de su cultura se asentó durante una época en estas inhóspitas tierras.
Finalmente y como ilustración a esta entrada se insertan las imágenes de dos cartas que se conservan en los archivos argentinos escritas por Ana María con el apellido materno así como la portada del libro que ha servido de base para este articulo, trabajo que es fácilmente adquirible por internet y del que han realizado varias ediciones, libro que aconsejo la compra a los amantes de la historia de Portugalete y sus vecinos.
Agradecer a Virginia Haurie los datos facilitados y espero que esta portugaluja desapercibida hasta el momento de la crónicas de la villa, se la incluya en las relaciones de portugalujos que pasaron sus vidas fuera de su localidad. No solo emigraron marinos famosos, militares o clérigos, el pueblo llano fué el prncipal grupo de desplazados a las nuevas colonias.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Son tan pocas las ocasiones en que la documentación histórica cita a las mujeres como protagonistas de cualquier suceso que artículos de este tipo son doblemente valiosos, tanto por lo que tienen de divulgación como por el valor añadido de tratarse de una mujer.
A poca imaginación que se tenga resulta fácil ponerle escenarios a esta historia.
Ana María Castellanos, otro personaje más a tener en cuenta en el listado de portugalujos.
Felicidades por el aporte Alfredo.
Goio.