jueves, 10 de marzo de 2011

NECROLÓGICA DEL PORTUGALUJO JULIÁN DE SALAZAR Y GARAIGORTA EN LA REVISTA EUSKAL-ERRIA EN 1913.

En varias ocasiones he acercado datos de diversos portugalujos íntimamente relacionados con Gipuzkoa, desde Adolfo Sáenz-Alonso, fundador de la Real Sociedad de Futbol, hasta Benigno Chavarri principal inversor y primer presidente del popular tren conocido como “el Topo”.

En esta ocasión traigo al blog un artículo publicado en la revista Euskal-Erria el año 1913 el cual está dedicado al portugalujo Julián de Salazar y Garaigorta, marino, literato, político y un largo etcétera de una persona muy activa.

Sobre este autor, en un futuro no muy lejano, insertaré otra entrada que tengo preparada pero no ultimada.

Espero que este texto guste y hasta la próxima.

Y aun dicen que el pescado es caro!», así se titulaba el último trabajo que publicó en esta Revista, como postrer manifestación de su profundo afecto a la honrada y laboriosa clase pescadora, y tierna y acendrada simpatía a toda la sufrida gente de mar.

Ha sido aquel escrito como el adiós de despedida, el tierno ósculo con que se sellaba una vida consagrada por entero a la azarosa vida marítima.

Hijo de marino y nacido en Portugalete, la riente villa vizcaína que parece colocada en la desembocadura del Nervión como testigo irrecusable del extraordinario desenvolvimiento adquirido en la capital hermana por la marina mercante; el influjo de su ascendencia y la presión
que ejerciera el ambiente en que se desarrollaban sus primeros años, decidieron su vocación al mar, noble y generosa aspiración que fue luego consagrada en una de aquellas escuelas náuticas de la costa vizcaína, que tantos y tan expertos marinos ha producido.

Joven, lleno de entusiasmo y resolución, comenzó la agitada vida del navegante, siendo a los pocos años Capitán de los mas distinguidos, ilustrados y competentes de la marina mercante vascongada.

Fruto de la experiencia y resultado de las observaciones recogidas durante los años que estuvo embarcado, fué el libro que publicó más tarde con el título de «Acaecimientos de un diario de navegación», en que al competente náutico se unía el estilista ameno, fácil, culto y elegante.

Uno de los hechos memorables de su vida en que puso de manifiesto su gran corazón y su entrepidez a toda prueba, fué el salvar a la tripulación del vapor inglés Isle of Bute, una noche de Diciembre de 1883.

El arrojo, la decisión, el heroico desprecio de la propia vida, puesta en peligro en aquella ocasión por salvar la de sus semejantes, brillaron sobre las temibles rompientes de la barca de Bilbao, sepulcro tantas veces de sufridos e infortunados navegantes.

Tan sublime acto de abnegación fué premiado por la Sociedad de Salvamento de Náufragos con la medalla de oro, honrosa y preciada distinción que sólo en contadísimos casos otorga dicha Sociedad.

También el Gobierno inglés manifestó su admiración y reconocimiento en expresiva comunicación de gracias, a que acompañó otra medalla de oro. A todo era acreedora la nobilísima y altruista acción del señor Salazar.

Retirado del mar, sus excelentes prendas personales, la caballerosidad de su trato, la rectitud en sus actos, pusiéronse de manifiesto durante el tiempo que estuvo de Alcalde en su pueblo natal de Portugalete, captándose la consideración y aprecio de todos sus administrados, que aun recuerdan con simpatía la época de su mando.

De allí trasladóse a San Sebastián, y aquí es donde más pudieron apreciarse sus relevantes dotes, siendo querido y agasajado por todos sus convecinos, que le han considerado siempre como un perfecto y entusiasta donostiarra.

Ejercia aquí de Corredor marítimo y Consignatario de buques en Pasajes y San Sebastián, y en ambos conceptos era muy considerado por su laboriosidad, inteligencia y honoradez.

En varias ocasiones el voto de sus conciudadanos le llevó a los escaños municipales, desde donde laboró con fe y con entusiasmo en pro de los intereses de la Ciudad, distinguiéndose por sus gestiones para el fomento del turismo, que obtuvieron favorabilísimo resultado, como lo
pregonan con la elocuencia de los números, los resultados asombrosos obtenidos estos últimos años.

Ocupó la presidencia de la Comisión de Fomento en su última etapa municipal, y como tal presidió la Comisión encargada de organizar las fiestas euskaras celebradas en esta Ciudad el año 1906. Los individuos del Consistorio que formaron parte en aquella Comisión, quedaron encantados del espíritu netamente vascongado que, vigoroso y pujante, palpitaba en su corazón y se manifestaba en todos sus actos.

Bien es verdad que no era ello ninguna revelación, pues colaborador apreciabilísimo de esta Revista, tuvo ocasión de exteriorizar estos sentimientos en sus bien meditados escritos.

Pero sus mayores entusiasmos los conservó durante toda su vida por el mar. Este era el principal objetivo de sus trabajos literarios, este el principal móvil que guiaba sus actos.

En la Sociedad de Salvamentos de Náufragos, fué uno de los vocales más activos de sus Juntas; y en 1908 era Socio fundador de la Sociedad Oceanográfica de Guipúzcoa.

No se escaparon a este nuevo organismo las grandes dotes de actividad, de ilustración y conocimientos marítimos que atesoraba el señor Salazar, y le llevó a su Junta Directiva, de la que fué uno de los vocales beneméritos más celosos y más expertos.

El asunto que últimamente gestionó con mayor interés y más insistencia, fué el referente a la colocación de las luces de enfilamiento en la Concha de San Sebastián, que tanta trascendencia encierra para la seguridad de las naves que llegan a nuestro puerto.

Parecía que era esta la última cláusula de las disposiciones que se proponía adoptar en este mundo; pues ¡pobre Salazar! ha cerrado los ojos cuando iban a encenderse aquellas luces por las que tanto suspiró.

La noticia de su muerte causó hondo sentimiento en los pechos donostiarras, manifestándose elocuentemente las grandes simpatías de que gozaba en esta Ciudad, en los solemnes funerales y en la traslación del cadáver.

Ambos actos fueron presididos por el Alcalde, Sr. Tabuyo, y los hijos políticos del finado; llevando las cintas del féretro los Sres. D. Andrés Egoscozábal, D. José Antonio Rezola, D. Jacobo Domínguez, don José Azqueta, D. José Chapa, D. Juan Córdoba, D. Adrián Navas y D. Cándido Bidaguren, que representaba a la Sociedad de Oceanografía.

Numerosísima concurrencia, en la que estaban representadas todas las clases de la sociedad, asistió a los fúnebres actos, a rendir el tributo de acendrado afecto a la memoria de tan prestigioso ciudadano.

La EUSKAL-ERRIA participa del general sentimiento por tan dolorosa pérdida, y al rendir a la atribulada familia el homenaje de su condolencia, eleva al cielo su humilde plegaria por el alma nobilísima de aquel llorado caballero.

TEA

2 comentarios:

Félix G. Modroño dijo...

Eres una fuente inagotable de "portugalujismo". ¡Qué barbaridad!

Piloto Mayor de la Barra dijo...

Muchas gracias, solo intento que todos los portugalujos tengamos un conocimiento mas profundo de nuestro pasado y de la trayectoria de nuestros convecinos, muchos de ellos importantes dentro de sus campos y que por desgracia pasan desapercibidos.