Durante siglos, autores de
todas las tendencias y especialidades han tenido un hueco dentro de sus trabajos
para acordarse de la villa de Portugalete.
Novelistas, dramaturgos o
poetas han recogido en sus páginas recuerdos, vivencias o momentos de
inspiración, escritos, que en la medida de lo posible, he ido recogiendo
acercándolos a este blog de manera periódica.
La entrada de hoy está
dedicada a uno de esos poemas que cita, aunque en esta ocasión de manera breve,
la villa de Portugalete.
El poeta que reproduzco
lleva por título Mariana Larrabeiti y está escrito en honor de esta activista
afincada en Venezuela que realizó durante los años 30 del pasado siglo una
profunda labor social con los hijos de los presos políticos que se encontraban
dentro del penal La Rotunda.
El autor del mismo es el
reconocido poeta venezolano Eloy Blanco, un poeta, autor entre otros de los
versos “angelitos negros” poema que Machín hizo internacionalmente famoso
gracias a su canción.
Andrés Eloy Blanco fue en
vida Presidente del Congreso de Venezuela y Ministro de Asuntos Exteriores,
siendo considerado como uno de los principales referente de la poesía de su tiempo, contando
con diferentes reconocimientos tanto en Europa como en América y apareciendo
sus trabajos en la mayor parte de los estudios y recopilatorios dedicados a la poesía.
Debajo de esta pequeña introducción
acerco el citado poema, espero que el mismo guste y hasta la próxima.
MARIANA LARRABEITI
Mariana Larrabeiti
mujer de Vizcaya,
tierra de Bolívar.
Los vascos le
sacan el hierro a la tierra
y se hacen con
hierro, hombres,
como se hace un
martillo;
nobles apellidos,
fuertes como hombres.
El hierro vasco está en todo;
el Nervión lo
lleva en el agua oscura,
Bilbao lo levanta
en las grúas,
a lo largo de la
ría
y clava su duro
mastil en Portugalete
y lo hace flexible
en el acero
del campesino y
del minero,
del músculo
redondo de Uzkudun
y del torso ancho
del marinero.
Bilbao es un
escudo
que tiene atrás un
guerrero.
Mariana Larrabeiti,
en mi tierra hubo
dos vascos:
uno, Lope de
Aguirre, la tempestad,
el galernazo del
Golfo de Bizcaya,
y el otro, Simón
Bolívar.
La alta montaña
cántabra
donde se
desbaratan todas las olas
la perenne
montaña, con su mina de hierro
de donde vamos
sacando el hierro del ejemplo
para la espada
mejor que esgrimiremos,
la perenne
montaña, con su mina de oro
de donde vamos
sacando el oro de la piedad
para la hermosa
hora en que perdonaremos.
Y ahora, Mariana Larrabeiti.
En mi tierra hay
muchos vascos;
ya los viste en
las calles;
y viste en sus
cabezas
aquella cosa azul,
tan vasca,
aquella cosa
redonda y azul
como un cielo
pequeño
sobre la cabeza de
la juventud.
Los has visto y no los olvides,
que ellos son el
encanto de mi tierra
y recuerdan la
tuya, y tienen de la tuya
el breve cielo
azul en la cabeza terca.
Mariana Larrabeiti,
eres hermosa, como
las tardes de Begoña
así, alta como
ellas, y sobre todo, serena,
y flexible como el
acero vasco
y estás aquí, con
nosotros,
en las mejores de
las horas.
Caiga tu dulce
piedad sobre esos niños nuestros
como una arenga
sobre las cabezas soñadoras;
caiga tu dulce
piedad sobre esos niños nuestros;
ríeles lo mejor
que ríes llórales lo mejor que lloras.
ANDRÉS ELOY BLANCO
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