Leonor Tejada Conde-Pelayo
Nacida el 30 de septiembre de 1917, vive actualmente
en la Ciudad de México.
Hacía 25 años que no había niños en
la casa de don José, cuando nació su nieta. Era domingo, había baile en la
plaza donde la banda estaba tocando "La
Panderetera". Eso no lo recuerda Leonor, fue su madre quien nos lo
contó.
Era una niña muy solitaria, siempre
rodeada de personas mayores. Sólo tuvo por amiga a su prima Carmen Tejada
Allende, un par de años más joven que ella, hija de Nicasio, hermano de Pepe. Pero el hecho de pertenecer a
una familia librepensadora hacía el vacío alrededor de la niña, pues los padres
temían que sus niños "se condenaran" si jugaban con
una niña sin bautizar, de familia republicana por añadidura.
Tendría seis o siete años cuando
ingresó en el Colegio de Maeztu, de Bilbao,
cerca del mercado del Ensanche. Allí recibió sus primeras nociones de francés.
Doña Juanita de Maeztu era inglesa, ergo protestante, y por lo tanto en su colegio imperaba la
libertad de pensamiento. Leonor no estaba obligada a recibir las asignaturas de
catecismo ni historia sagrada, pero tenía buena memoria y
a pesar de no estudiarlas, se las sabía más o menos.
Al marchar a París con su madre, en
1927, se enteró de que el francés que ella sabía y nada eran una misma cosa.
Pero demostró una facilidad
increíble para los idiomas. Eso lo ha atribuido al hecho de haber aprendido
esperanto con su abuelo; en efecto, el esperanto es un idioma artificial basado
en distintos idiomas, con raíces y declinaciones comunes al alemán, el latín,
etc., y cuando se ha aprendido esperanto esos idiomas se facilitan muchísimo.
En 1929 ya tenía su Certificado de Estudios Primarios, lo cual resultó una verdadera
proeza, y en 1933 el Brevet Elémentaire y el B. E. Primaire Supérieur, que incluía inglés. Sí, también
aprendió el inglés con mucha facilidad.
El premio por haber obtenido el
diploma fue unas vacaciones en Portugalete.
La niña de 10 años volvía como una
pollita de 16, maestra de primera enseñanza, por añadidura.
Aprovechó el viaje para presentar el
examen de ingreso a bachillerato y volvió a París. Los años 33-34 y 34-35
fueron años perdidos en cuanto a la enseñanza en Francia, de modo que volvió un
par de veces a Portugalete donde pasó los exámenes de 1° y 2° de bachillerato
en el Instituto, con muy buenas notas... y naturalmente, en francés matrícula
de honor. ¿Quién lo duda?
Por fin cumplió 18 años y pudo
ingresar en la Sorbona, la famosa universidad de París, donde pasó un año y al
final, en julio de 1936, obtuvo el Diplome de
Professeur de Français a l'Etranger.
Hizo amigas y amigos entre los
estudiantes, y en casa de una de ellas conoció al que sería su esposo en 1942,
Pedro Stefurancyn Kuszmelyn.
Pedro era ucraniano y un gran
bailarín; así empezaron a conocerse, bailando.
Pedro había formado un grupo
folclórico de bailes ucranianos, y Leonor, aficionadísima al baile, aprendió y
se convirtió en la estrella del grupo. Todo ello como afición, pues las
funciones siempre eran gratuitas.
En 1940 París fue ocupado por el
ejército alemán. El trabajo escaseó, y a quienes no tenían trabajo ni vivían
del marché noir, el estraperlo, sólo les quedaba
una solución: contratarse como voluntarios para trabajar en Alemania.
Pedro lo había hecho, después de que
Leonor rompió relaciones con él. Y Leonor, después de una gran decepción
amorosa, también lo hizo.
Al volver a encontrarse, reanudaron
las relaciones y acabaron por casarse el 12 de octubre de 1942, en Berlín.
Leonor no había encontrado trabajo
en Berlín, pero había obtenido una beca del Ibero-Amerikanisches
Institut, cuya directora era la esposa del general Faupel, y
que recibió muy bien a Leonor quien se guardó de aludir a cualquier matiz
político y mantuvo una prudencia poco usual en ella.
El 13 de marzo de 1943 Leonor
regresaba a París con su diploma de profesora de alemán en el bolsillo; había
causado sensación entre sus maestros de la Universidad de Berlín por la rapidez
y el empeño que había puesto en aprender alemán y hacerse profesora en año y
medio.
Y entonces regresó a París, donde la
esperaban su madre y su marido, y la esperanza del segundo frente. Leonor
confiesa que nunca estuvo tan asustada como sus últimos meses en Berlín: en
enero de 1942 los alemanes habían sido ignominiosamente derrotados en
Stalingrado, los bombardeos ingleses se habían hecho frecuentes sobre la
capital alemana, y Leonor temía que se abriera el segundo frente antes de poder
volver "a casa" dejando atrás
los exámenes.
Optimismo puro, pues hubo de esperar
dos años más, hasta agosto de 1944, para volver a ver la bandera francesa en
París.
En abril de 1944 tuvo una hija,
Marie Iréne, y en mayo de 1946 un hijo, José Román.
Leonor, Pedro y unos amigos de éste,
formaron una sociedad para abrir una librería en París en 1943, y dos años
después, una editorial.
Pero la vida del matrimonio era tan
desesperante que Leonor pidió el divorcio y lo obtuvo, aun cuando Pedro seguía
tratando de convencerla otra vez. Incapaz de soportar tanta tensión, aprovechó
las facilidades ofrecidas a los refugiados y marchó a Guatemala con sus hijos y
Leticia.
En Guatemala no tenía disgustos
familiares pero la vida se le hizo muy difícil.
Pasó dos años sin empleo alguno, y
tuvo que abrir una casa de huéspedes con ayuda de su madre; ambas hacían el
trabajo: aseo, cocina, lavado... Pero un matrimonio que vivió en la casa,
Rafael y Magda Hernández, encontraron un empleo para Leonor: cajera en una
agencia de cajas registradoras National. Ahí empezó la
familia a levantar cabeza, en junio de 1950.
En 1952, al ir a la Embajada de
Francia en busca de un libro, la conoció la agregada cultural, Marcelle Miquel,
que insistió ante el embajador para que fuera contratada como profesora de
francés.
Leonor había abandonado su afición
al baile, pero el teatro siempre le había gustado. Y la Casa de España en Guatemala formó un grupo teatral en el que Leonor
fue Mariana Pineda y participó en "Bodas de
Sangre", de García Lorca.
Con otro grupo tomó parte en "La Molinera de Arcos", en 1954; en esa oportunidad
conoció al que sería su segundo esposo, Octavio Paiz, actor y locutor guatemalteco.
A fines de 1960 fue nombrado Octavio
agregado de prensa en la embajada de Guatemala en México, y así fue como la
familia pudo trasladarse a la capital mexicana. Donde, por cierto, el
guatemalteco sintió demasiada nostalgia; Leonor no estaba dispuesta a volver, y
se produjo un nuevo divorcio.
En México, Leonor ha hecho cerca de
200 traducciones para diferentes casas editoriales, siendo la primera UTEHA, donde Rafael de Buen le puso el pie en el estribo,
recomendándola.
También ha sido durante 15 años
profesora de francés en el Instituto Francés de América Latina y en la Alliance Française; profesora de Lectura y Redacción,
con el grupo de maestros fundadores del Colegio de Bachilleres; traductora en
la Rectoría de la Universidad Autónoma Metropolitana; participante durante seis
años en el programa de televisión "Sopa de
Letras" con otros diez profesores especialistas en
Lingüística; columnista durante dos años en la página cultural del diario Ovaciones; y durante 15 meses ha tenido un programa diario de
minuto y medio en la Radio XELA de México, con
cápsulas culturales.
Leonor había vuelto a Portugalete en
1979 con su hija, para enseñarle algo de España y de Vizcaya. Ha repetido el
viaje en 1985, para depositar las cenizas de Leticia en el mausoleo al médico
Conde-Pelayo, y en 1986. Actualmente vive con su hija, y sigue escribiendo y
traduciendo.
Bibliografía: "Hablar bien no cuesta nada y escribir bien, tampoco" (3 ediciones y más de 12 reimpresiones
desde 1974); "¡Qué fácil es la Gramática!" (2 ediciones, 4
reimpresiones desde 1977); "Hablemos correctamente" (1990, 2
ediciones); "La guerra del Pérsico" (con Galdino
Morán; febrero de 1991); y una novela, "Por la
senda del rayo" (1978).
Evelio Conde-Pelayo Cruz y Diana Conde-Pelayo Cruz
Nacidos en Portugalete, han fijado
su domicilio en Francia, donde Diana se hizo maestra y se casó. De ellos dos y
de sus hermanitas Ceres y Juno, nacidas respectivamente en Barcelona y en
Chelles-sur-Marne (Francia), no se tienen noticias en México, y no hemos podido
seguirles la pista.
VI - LA REVISTA EL ABRA.
Portugalete se merecía un periódico _no he dicho
diario, sino periódico_, y Volney, Angel y Leticia
Conde-Pelayo y algunos amigos, decidieron que sería una revista, y le pusieron
por nombre El Abra.
El Abra era una revista
semanal que costaba 20 céntimos, con ilustraciones, y salía los sábados. Duró
14 semanas, siendo el n° 14 el que lleva la fecha del 10 de
noviembre de 1928.
¿Por qué duró tan poco? En el último
número viene la explicación bajo el rubro de Vida local y el título "Vis a vis". En forma de diálogo, viene a decir
más o menos que "los caballeretes que fabricaban el periodiquillo son poca gente para luchar contra las personas de orden", y como el
interlocutor afirmara "que se mantenían alejados periodísticamente de
toda idea social y política", viene una parte tachada por la
censura militar en 1928. Sigue la discusión, en que el defensor afirma que la revista no ha
fracasado, sólo ha dejado de publicarse, y que es una suspensión temporal.
Desgraciadamente no fue tal el caso, pues no volvió a aparecer.
Obra en nuestro poder una copia de
este último número, de puño y letra de Volney Conde-Pelayo.
Los colaboradores escribían bajo
seudónimo, los artículos eran de carácter cultural y también daban noticias
locales, inclusive deportivas, y no cabe duda de Cabecera de la revista semanal El Abra, publicada en la Villa en 1928. que algunos viejos del pueblo
recordarían los partidos si tuvieran ante sus ojos los comentarios de la
revista.
¿Por qué dejaría de publicarse? Como
todos los periódicos _se está viendo diariamente en
Inglaterra y en Estados Unidos_, por falta de dinero.
Y es que los fundadores no tenían la
menor idea del aspecto comercial de la prensa. Hay que contar con anuncios, y
no hay que hacer un semanario flaco si se puede hacer una revista mensual con
mayor número de páginas, y sobre todo con muchos anuncios.
Eso no se lo podíamos haber
aconsejado entonces, porque así somos: muy listos tras la experiencia, y estos
sesenta y tres años, ¡vaya si nos han proporcionado experiencia para regalar!
Sólo nos queda lamentar que
Portugalete no haya conservado el interés por una revista. ¡Ojalá pudiera salir
de nuevo El Abra en Portugalete! Sin el menor lugar a
dudas, contaría con su corresponsal en México.
VII - PORTUGALUJOS NOTABLES
Marcelino Amenazar
"[...].
Cuando al frente de la banda de música que dirigió desde el año 1906 hasta su
muerte en agosto de 1923, alcanzó los primeros lauros en los concursos de
Castro Urdiales (1906) y Pamplona (1919), estaba el maestro Amenábar muy lejos
de sospechar que todas aquellas muestras de desbordante entusiasmo, todos los
vítores y aplausos que le fueron otorgados, pararían en el más absoluto olvido.
Y así ha sido, sin embargo. Promovimos la iniciativa de costearle una tumba a
perpetuidad por suscripción pública, y nadie respondió ni nadie la tomó por su
cuenta, recogiendo el ofrecimiento que hacíamos. Hoy, postrero día, por ahora,
de nuestra vida periodística, volvemos a lanzar la misma idea...
Marcelino
Amenábar fue, ante todo, un temperamento. Sin esta cualidad destacada de su
carácter, no habría conocido seguramente el éxito que casi siempre acompañó a
su labor musical. Careciendo de verdadera preparación para el arte que cultivó,
y solamente por su esfuerzo y tenacidad, alcanzó relieve y posición estimables
entre los compositores del género ligero, y aún hizo excursiones a más elevadas
cimas artísticas componiendo obras que, como La Princesita
de Ensueño, La Gloria del Vencido y alguna otra, atrajeron hacia el joven compositor la atención de la
crítica y juicios muy halagüeños de los más severos zoilos en materia musical.
Nació Amenábar
en Cuzcurrita (Logroño), el año 1880 y muy joven, un niño aún, dio pruebas de
su irresistible afición por la música. Llegó a la dirección de nuestra Banda
desde un simple puesto de ejecutante en la de Bilbao, y una labor consecuente
de autodidactismo, empeñado y provechoso, le allanó el camino del éxito, que
gustó repetidas veces.
Además de las
obras mencionadas, es autor de En pos de la Gloria, La Ultima Tirana, un gran número
de coplas y tonadillas, que hicieron populares las más salientes figuras
femeninas de variedades, y multitud de bailables. Como instrumentador, fue
verdaderamente notable".
(De la revista El Abra, año I, n° 14, 10 de
noviembre de 1928) Amenábar fue el autor de "Los remeros", que se tocaba siempre en
Portugalete después de cada regata de traineras.
Curiosamente, buscando en las
tiendas de Portugalete, quien esto escribe no pudo hallar un solo casete con
música de Amenábar ni de José Tejada. Es más, la expresión de los dependientes
demostraba un desconocimiento absoluto de los nombres de aquellos
compositores portugalujos. Sin embargo, es indudable que composiciones de
uno y otro formaban parte del acervo musical de la Banda.
iQué lástima!
Martín Domínguez
"He aquí
la efigie de un joven a quien la muerte sorprendió cuando aleteaban en torno a
su persona la Fama y la Gloria. Estas deidades, aprisionadas ya por su talento
y por su decidida carrera hacia el éxito, fueron vencidas por las implacables
Parcas cuando adornaban la vida del pintor con los primeros laureles.
Nació Martín _Mardomín, anagrama con que firmaba sus obras_ el día 11 de diciembre de 1895 y
murió el 22 de octubre de 1918. Su vocación artística apuntó en la adolescencia
y, a despecho de oposiciones y de obstáculos, como los santos y los héroes, se
impuso al fin su voluntad de ser artista, pintor, más concretamente.
Inició los
primeros estudios de dibujo en la Escuela de Artes y Oficios de esta villa, que
amplió más tarde en la de Bilbao y, últimamente, en la Academia de San
Fernando, de Madrid, mereciendo, en todas, las principales recompensas y
frases de aliento y de esperanza de sus profesores.
Enemigo de la
enseñanza oficial cuando, certeramente, a nuestro juicio, comprendió que ningún
beneficio para su arte proporcionaba, dedicó toda su energía, toda su actividad
a estudiar en museos y colecciones a los grandes pintores antiguos y modernos;
de éstos principalmente a Zuloaga, Arteta y Sorolla; de aquéllos, a la excelsa
trinidad compuesta por Velázquez, El Greco y Goya. ¡Eligió bien el incipiente y
ya seguro artista!
Con este sabio
eclecticismo pictórico, unido a una aptitud innata de originalidad, muy pronto
se acusó su individualismo artístico. "¡Nada de normas fijas; nada de
escuelas ni de senderos trillados!", le oímos
decir una vez. Y tenía razón, porque en los moldes, por buenos que sean, en los
modos y maneras, por mucho que valgan, es donde se estanca y se empequeñece el
Arte. Que cada cual siga su ruta, alumbrándose con la llama de su propia
personalidad. Estudiar a los maestros, bien; pero saber dejarlos a tiempo,
mejor. Tal fue el credo artístico del joven Martín Domínguez.
Aferrado a él luchó denodadamente para conquistar el
triunfo. Y cuando, aunque alejado aún, lo veía venir sonriente y espléndido, la
muerte, tantas veces ingrata, lo fue una vez más arrebatándoselo traidoramente
a los 21 años.
Dejó gran acopio de cuadros, muchos de un mérito
positivo y prometedor. Entre los principales, citaremos: "Tipos
populares", "Iglesia de Portugalete
(interior)", "Las mozas de Cántaro", "Retrato de Conde-Pelayo", "Pelotari", "Mi
Hermana", "Cabeza de Estudio", "Autorretrato", "Remeros", "Los
chopos" y varios paisajes vascos.
Algunos de estos cuadros, con otros más, adornan el
salón de actos del Ateneo de esta Villa, donde pueden admirarse".
(De El Abra, año I, n° 14, 10 de
noviembre de 1928)
Vicente San José
En una fiesta escolar
(Los niños dan el ciento por uno)
(Madrigal)
¿Queréis estar henchidos de alegría
pura, sin mezcla de dolor profano?
¿Deseáis que la vida os sonría?
Pues bien: tended la mano
al niño, vuestro hermano,
que está esperando ayuda en este día.
¿Queréis oír la mágica armonía
del humano concierto sobrehumano?
¿Deseáis rendir culto a la poesía?
Pues bien: tended la mano
al niño, vuestro hermano,
que está esperando ayuda en este día.
¿Queréis dar homenaje y pleitesía
al acto más hermoso y soberano?
¿Deseáis gustar mieles y ambrosía?
Siempre tended la mano
al niño, vuestro hermano,
que está esperando ayuda en este día.
Vicente San José.
(Esta poesía fue recitada por
Leonorcita Tejada Conde-Pelayo en el teatro de Portugalete en 1922, para
obtener fondos que enviar al Comité Nansen, de Suiza, en
ayuda a los niños víctimas de la hambruna en Rusia) Nació Vicente San José en
la calle del Muelle Nuevo, cabe la Colegiata de Santa María, el 8 de septiembre
de 1886, y falleció el 24 de enero de 1968, en México.
Fueron sus padres Benito San José
Llantada y Felipa de la Pedrueza y Ubarri. Amigo también de Braulio Zabarte,
sentía gran afición por la música y formó parte del coro de la iglesia de Santa
María.
Poeta desde joven, sus primeros
versos aparecieron en El Noticiero Bilbaino. Como lo
habían hecho su padre y sus hermanos mayores, estudió náutica en Santurce, y
obtuvo su título antes de los 18 años de edad, por lo que no podía ejercer aún.
Aprovechó el tiempo estudiando en Bilbao contabilidad, y además armonía y
composición musical. Aprendió a hablar vascuence, y en Portugalete formó parte
de los "jóvenes turcos"; y fue
concejal de nuestro Ayuntamiento.
Finalmente pudo embarcarse "profesionalmente", puesto que había navegado ya en
compañía de sus hermanos; viajó por el Mediterráneo, el mar del Norte y el
Báltico.
Dejó de navegar durante la
enfermedad de su madre, pero al fallecer ella en 1917, volvió a navegar,
recorriendo el Mediterráneo oriental, el mar Negro y las costas del norte de
África. En 1920 obtuvo plaza en la Compañía
Transatlántica Española, y así pudo recorrer los mares del
mundo hasta que solicitó cambio de línea y conoció América del Sur.
Al ser botado el Alfonso XIII, Vicente formó parte de la oficialidad, y entonces
viajó a Nueva York, la Habana, Tampico y Veracruz. En uno de tantos viajes
conoció a una pasajera, veinte años más joven que él, María Luisa González
Gómez, nacida en México, con quien se casó en 1927. Desde entonces, Vicente
dejó de navegar; solicitó a la Transatlántica un nombramiento
en tierra que tardó demasiado en llegar, cuando ya el marino había decidido
quedarse en tierra y trabajar con su suegro.
En 1944 Vicente adquirió una fábrica
de azulejos. Ya tenía seis hijos. Visitó de nuevo Portugalete en 1954 y en
1961. El enfisema pulmonar, que no perdona
a los fumadores, acabó por llevárselo.
De él nos quedan composiciones
musicales, entre ellas "Aupa neskatxa" y "La bajada de San Roque" así como muchos versos tan
inspirados como el que aparece encabezando estos apuntes biográficos.
Braulio Zabarte
Habrá nacido Braulio en el decenio
de 1880, aun cuando no tenemos suficientes datos para establecer una biografía
de él. El tiempo y la distancia son crueles.
Como nació ciego, siempre dependió
de su familia para todos los pequeños detalles de que se compone la existencia
cotidiana.
Afortunadamente, aprendió música;
aprendió también el alfabeto Braille y pudo ampliar su cultura general gracias
a la lectura.
Era profundamente beethoveniano, su
instrumento era el piano, y en él resultó tan excelente, que cuando José Iturbi
(nacido en 1895) dio un concierto en Bilbao, José Tejada confesó que Braulio
era muy superior al célebre concertista de fama internacional. Sí, otro
ejemplar de portugalujo fuera de serie, cuyo talento quedó encerrado en nuestro
pueblecito, entre el órgano de la iglesia y el piano de algún amigo.
Si Braulio hubiera sido "descubierto" por algún agente, o si su familia se
hubiera percatado del pianista genial que tenía en su seno... Un concertista de
su categoría habría hecho fortuna, una fortuna mucho más importante que la fortuna
de la familia Zabarte, una familia adinerada de Portugalete, pero de horizontes
estrechos.
¡Las manos de Braulio! Aquellas
manos que volaban sobre las teclas o que parecían, por momentos, provocar
truenos y tormentas, como si el piano se fuera a derrumbar bajo la fuerza de la
armonía... dedos
ahusados, finos.
Cuando había terminado de tocar una
pieza _por ejemplo, una de las Nueve sinfonías que dominaba a la perfección: no
olvidemos que era ciego y que todo lo tenía que saber de memoria_, se quedaba
unos minutos quieto, como pasmado, como si le resultara difícil abandonar el
mundo de la armonía y volver a poner los pies en la tierra.
No había en tiempos de Braulio una
posibilidad de grabar sus maravillosas interpretaciones: sus discos habrían
puesto la fortuna y la gloria a su alcance.
Que estas insuficientes líneas
sirvan de homenaje a nuestro glorioso intérprete beethoveniano, genio sumido en
la oscuridad de un pequeño pueblo de las Encartaciones.
Sería ocioso pretender hablar de
otros dos personajes importantes que han puesto en el mapa el nombre de
Portugalete, me refiero a don Víctor Chávarri y a don Juan Antonio de
Zunzunegui y Loredo _de la Real Academia Española_, pues de ellos
habrá documentación suficiente en el Archivo de la Villa para que no pasen al
olvido.
Sin embargo, a quien consideramos
realmente como la "madre" de la Villa, es
a doña María Díaz de Haro, merecedora de un estudio en profundidad y de una
monografía especial, para lo que sería necesario dedicar algún tiempo a la
busca de documentos.
VIII - POLITICA Y RELIGION
Siendo Portugalete un pueblo de
menos de 5.000 habitantes, profundamente católicos todos, ¿qué impresión
causaría la llegada de un médico determinista _pues así se
anunciaba Juan José Conde-Pelayo_ librepensador y
republicano? Fue como una piedra en un lago.
Don José se casó por lo civil, y fue
el suyo el primer matrimonio civil de la provincia de Vizcaya.
Como llevaba una vida ejemplar, pues
era de carácter sobrio, no fumaba ni bebía alcohol, y se entregaba a la
medicina con toda su alma, sin cobrar a los pobres y, cuando por casualidad alguna persona pudiente reclamaba
sus servicios, cobrando tan poco, desmentía con su ejemplo la idea tan
difundida de que los ateos eran unos demonios.
Y a todo esto: ¿qué es el
determinismo?
Difícil lograr una definición
correcta, exacta e imparcial. La "Nueva
enciclopedia Sopena" (1961) nos da la suya, tomada del "Diccionario de la Real Academia":
"Fil. Sistema filosófico según el cual los actos humanos están determinados por
la voluntad divina. Fil. Sistema según el cual los actos
humanos obedecen a la influencia de motivos irresistibles".
Pero consultando la "Enciclopedia Salvat Diccionario" (1971),
encontramos una definición más amplia, aun cuando no mucho más clara: "Fil. Doctrina según la cual todo hecho obedece a una ley (tiene una causa); o
lo que es lo mismo: los fenómenos están relacionados necesariamente según leyes
rigurosas. El determinismo implica, por lo tanto, mecanicismo".
Y prosigue con más datos y descripciones.
Tal vez convenga agregar aquí que
Conde-Pelayo era krausista, y de esa manera lograremos un
entendimiento mejor de su personalidad. En "Salvat"
obtenemos este dato: "Fil. La filosofía de Krause tuvo una difusión menos amplia que la de los
grandes idealistas alemanes. Krause ocupa un lugar muy secundario en la
historia de la filosofía... Sin embargo, si aquí se estudia el krausismo con
cierta amplitud, es debido a la gran significación que tuvo en España. Fue
introducido por Julián Sanz del Río _autor del "Análisis
del pensamiento racional" y de "Los
mandamientos de la humanidad"_... Aunque con
un trasfondo metafísico, el krausismo español fue... más un "estilo de
vida" que una filosofía... fue esencialmente una tentativa
de reforma de una sociedad, la española, enferma por muchos conceptos. El
krausismo fue el intento de integrar España en la cultura racionalista
europea... que la filosofía krausista se adecuaba perfectamente al genio y a la
cultura españolas, que ella aportaba soluciones a los problemas y lacras
nacionales. Los krausistas españoles eran fundamentalmente:
1) en política,
liberales, librepensadores y reformistas;
2) en religión,
anticlericales partidarios de la supeditación de la fe a la razón,
del "catolicismo
liberal"...
3) en
literatura, se declararon anticlasicistas y antirrománticos...
4) en
educación, aspiraban a una reforma total de la enseñanza..."
Evidentemente, para nadar contra la
corriente había que ser un personaje que no dependiera de un salario, de
honorarios ni de estipendios: y así pudo sobrevivir Conde-Pelayo, aun cuando se
arruinó en el intento.
Republicano y anticlerical, en el
Portugalete de "la vuelta del siglo", como se dice
ahora, su paso dejó huella. Falleció nueve años antes de que se proclamara la
República del 31, pero la influencia de Conde-Pelayo contribuyó a un aumento de
matrimonios y entierros civiles así como una disminución en la proporción de
los bautizos.
Mausoleo de Juan José Conde-Pelayo en su primera ubicación en el cementerio civil de la villa. |
¿Enemigos? Los tuvo a montones.
Le habían pedido que diera una
conferencia en la zona minera más allá de San Salvador del Valle, y se presentó
con su esposa y sus hijos Volney y Angel que no contaban aún diez y nueve años
de edad, respectivamente. A la salida, había un coche esperándolo. Conde-Pelayo
lo rechazó, pues bien sabía que aquellos mineros eran muy pobres y que el pago
de un coche sería un sacrificio. De modo que padres e hijos emprendieron la
marcha por la carretera.
Llevarían más o menos un kilómetro
cuando empezaron a oírse silbidos por la parte de arriba, silbidos por la parte
de abajo, y se reconocía que había mucha gente. Doña María no se asustaba con
facilidad: "Conde, amartilla la pistola, por si acaso". "¿Qué pistola ni qué ocho cuartos?". Angel y
Volney recogieron piedras de los lados del camino y las entrechocaban de vez en
cuando. Pues bien, la amenazadora presencia los acompañó hasta la entrada de
nuestro pueblo. No cabe duda de que la presencia de su familia salvó al médico
de algún atentado.
No viene al caso relatar diferentes momentos de
peligro en la vida del atrevido reformador que no sólo hablaba sino que
predicaba con el ejemplo.
El hecho de vivir en un pueblo no impedía que
Conde-Pelayo tuviera una nutrida correspondencia con personalidades de ideas
afines a las suyas, entre ellas los Salmerón, Fernando Lozano, los De Buen,
José Nakens y muchos más. Y además, recibía la prensa médica en español y en
francés, con lo que se mantenía al día en cuanto al progreso de la ciencia.
Librepensador y republicano ¡qué osadía!
|
Volney Conde-Pelayo detenido tras unos incidentes
relacionados con sus actividades en la defensa de los derechos de los
trabajadores del primer cuarto del pasado siglo.
|
IX - LOS CONDE-PELAYO EN LA GUERRA DE ESPAÑA (1936-1939)
Al estallar la insurrección armada
el 18 de julio de 1936, Volney y su hermano Ángel _éste con su
esposa y dos hijos_ vivían en Portugalete.
Volney seguía siendo el
bibliotecario de la Miguel de Unamuno, en la calle
Colón de Larreátegui. Cuando la biblioteca fue bombardeada, naturalmente se
quedó sin trabajo.
Ángel ocupó varios puestos _era afiliado a
Izquierda Republicana_ trabajando para la defensa.
Al caer Bilbao en el verano de 1937,
todos emprendieron la marcha hacia Santander y Asturias.
Angel confesó que cuando barrenaron
el puente Vizcaya y él y su familia se alejaban el pueblo, oyeron los
estallidos y vieron cómo se cimbreaba el puente... él sintió que se le partía
el corazón.
Desde Santander, Angel pudo enviar a
su familia en un barco que zarpaba hacia Francia, cargado de refugiados. Poco
tiempo después, él mismo se embarcaría en la nave del exilio con la
responsabilidad de cientos de niños refugiados. No tenía la menor idea de dónde
pudiera encontrarse su familia.
Volney siguió hasta Oviedo, donde
quedó herido durante un bombardeo y donde finalmente las fuerzas insurrectas lo
hicieron prisionero, para internarlo en el campo de concentración de Miranda
del Ebro. Habría de pasar varios años allí, y tardó mucho en poder comunicarse
con su hermana Leticia.
Delfina Conde-Pelayo también formó
parte del éxodo. Llegó hasta el norte de Francia, a Berck-sur-Plage, donde pasó
algún tiempo.
Leticia y su hija estaban en París,
donde al principiar la guerra Leonor acababa de aprobar sus exámenes de la
Sorbona, como profesora de francés para el extranjero. Ambas estaban a punto de
reemprender el regreso a España, pero el conflicto armado las desalentó de
hacerlo en ese momento. Pensaban ellas: esto terminará en cualquier momento y
podremos volver; de manera que no pusieron casa, viviendo muy modestamente y
considerando su alojamiento como algo provisional. Tal era su idea mientras
participaban en comités, festivales y lo que fuera para juntar dinero y
enviarlo a España. Los simpatizantes franceses de la república española se
portaron increíblemente bien, muchísimo mejor que algunos españoles que sólo
vieron, en ese concierto de buenas voluntades, una oportunidad que aprovechar
en beneficio propio.
La segunda guerra mundial interrumpió
por un momento los proyectos de regreso; en realidad, llegó en 1939, cuando en
1938 todavía habría podido influir en el desenlace de la guerra española. Pero
el fatídico pacto de Munich no sólo puso fin a las esperanzas republicanas sino
que arrasó con la posibilidad de que Francia e Inglaterra libraran una sola
batalla decisiva y obtuvieran la victoria contra Hitler y sus ejércitos
nacional-socialistas, que necesitaban un año más para acabar de prepararse.
Así fue como terminó la vida de los
Conde-Pelayo en Portugalete, pues aun cuando Volney salió del campo de
concentración, pasó unos meses en Madrid y regresó, finalmente, a Bilbao. Tuvo
derecho a cobrar su pensión de jubilado del Ayuntamiento y fue en Bilbao donde
falleció, sin haber vuelto a Portugalete _visita que sin duda le habría
resultado muy dolorosa_. Tenía 83 años al morir.
En cuanto a Delfina, poco después de
fallecer Volney se fue a Portugalete, donde a su vez falleció.
En 1985, Leonor Tejada Conde-Pelayo
depositó las cenizas de Leticia en el mausoleo que el pueblo agradecido había
levantado en 1929 a la memoria del "médico de
los pobres".
Y así llegó a su fin la vida de los
Conde-Pelayo en Portugalete.
X – DOCUMENTOS
Los documentos de que disponemos, respecto a la vida
de los Conde-Pelayo en Portugalete, son todos del puño y letra de Volney
Conde-Pelayo, quien durante más de veinte años estuvo enviando a su familia
escritos originales y copias de otros escritos.
A continuación se enumeran tales documentos, que
podrían ser entregados al Archivo de la Villa, si se considera pertinente
hacerlo.
_ Una copia a mano del último ejemplar
de El Abra, n° 14, 10 de
noviembre de 1928.
_ Una biografía de José Tejada.
_ "Archivo coral de una Sociedad
musical".
FIN
Leonor Tejada Conde-Pelayo.
México,
1994.
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